Que a las baterías no les sientan bien las cargas de gran potencia era algo que ya se sospechaba. Pero ahora un estudio pormenorizado lo corrobora sobre el papel, determinando con cifras el deterioro que sufren como consecuencia de las cargas rápidas.
Se trata del primer trabajo realizado en profundidad para medir la degradación que sufren las baterías sometidas a este tipo de cargas rápidas. Y lo ha llevado a cabo Aviloo Battery Diagnostics, una empresa austriaca especializada en comprobar el estado de estos esenciales y caros componentes de los coches eléctricos.
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Se considera que la carga es rápida cuando la batería recupera su energía conectada a una corriente continua (DC) de potencia superior a los 43 kW. La cantidad de electricidad trasvasada genera mucho calor, que generalmente aumenta proporcionalmente por las condiciones ambientales y por la propia potencia del cargador utilizado.
Envejecimiento prematuro
Hoy en día, la red de carga pública incluye postes que en ocasiones llegan hasta los 360 kW de potencia, capaces de recuperar 100 kilómetros de autonomía del vehículo en tan solo tres minutos. Indudablemente, se trata de una gran ventaja en cuanto al ahorro en el tiempo de carga del coche eléctrico pero que tiene el efecto adverso de envejecer la batería de forma prematura.
Aunque no todos los coches eléctricos pueden cargar sus baterías en estos súper cargadores de alta potencia. Solamente los que poseen baterías de gran capacidad están preparados para utilizar potencias de tal magnitud.
Para comprobar los efectos nocivos de estas últimas sobre las baterías, Aviloo ha analizado durante tres años el estado de salud de las baterías o SoH (State of Health) de 160 coches de diferentes marcas y categorías. Y la conclusión es que los coches que tienen un elevado kilometraje, del orden entre los 180.000 y 200.000 kilómetros, presentan una disminución del 17% en la capacidad de su batería respecto a los modelos que no pueden recargarse en los postes rápidos.
Degradación progresiva
En ninguno de los vehículos analizados se detectó fallo alguno en sus sistemas de gestión de carga, por lo que la disminución de capacidad detectada en sus baterías es debida exclusivamente al uso repetido de cargas rápidas para recuperar su autonomía. Asimismo, en el estudio se ha puesto de manifiesto que la degradación de la batería en estos casos es progresiva y directamente proporcional al kilometraje, produciéndose igualmente aunque se recorra menos distancia con el vehículo.
El deterioro también depende de la frecuencia de las cargas a potencias elevadas y puede llegar a un 25% de pérdida en la capacidad de almacenaje antes de alcanzar los 200.000 kilómetros si se abusa de estas cargas rápidas (un 70% de las totales).
Para evitar un estrés excesivo a la batería y acelerar con ello su envejecimiento, Aviloo solo recomienda las cargas rápidas cuando sean realmente necesarias, por ejemplo, durante un viaje largo en el que no sea resulte práctico parar demasiado tiempo a recuperar la autonomía. En el uso cotidiano siempre será más recomendable recurrir a cargas más lentas, domésticas o recurriendo a un cargador de corriente alterna (AC), que preserven mejor el buen estado de la batería y mantengan por más tiempo su capacidad de carga a lo largo de la vida útil del vehículo.
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