Tres cilindros con turbo. Los cuatro utilitarios de esta prueba comparten motores pequeños de tres cilindros turboalimentados que, al menos en teoría, reducen el consumo por su baja cilindrada, aunque en condiciones reales no se aprecia demasiado la ganancia, salvo en ciudad y cuando se circula a punta de acelerador. Y tienen tendencia a subir bastante el gasto si se apuran las marchas y se les exige en zonas viradas y en carretera.
El Renault Clio y el Nissan Micra comparten el motor más pequeño y menos potente, un 0.9 de 90 CV, mientras el Ibiza y el Rio equipan un 1.0 con 95 CV en el primero y 100 CV en el último. Y todos llevan cambios de solo cinco marchas. El conjunto mecánico es suficiente para mover el peso con cierta soltura, aunque les cuesta un poco adelantar y exigen anticiparse preparando la maniobra, especialmente si se va cargado.
Pero lo más sorprendente es que tienen fuerza desde bajo régimen, 1.800 vueltas, casi como los turbodiésel, y apenas se notan las vibraciones habituales de los tricilíndricos. Además, se estiran hasta 6.000 vueltas, un régimen inaccesible para sus alternativas de gasóleo, aunque no hace falta llegar tan arriba, porque no se gana nada y sube el consumo.
El Seat y el Kia están un paso por encima en los motores, que se muestran más contundentes y ofrecen unas prestaciones muy similares entre ellos, pero superiores a las del Micra y el Renault a pesar de llevar relaciones de cambio más largas. Estos dos últimos empiezan a empujar con fuerza algo más tarde, a medida que se acercan a las 2.000 vueltas, y acusan su menor cilindrada, porque no son tan brillantes al acelerar para adelantar, y también en las subidas y en las recuperaciones en marchas largas.
Con la estabilidad sucede algo parecido. Todos son muy nobles y fáciles de conducir y transmiten seguridad. Pero el Ibiza y el Rio se muestran más consistentes y aplomados, sobre todo el primero, y hacen sentirse en un coche más grande y superior. Así, los dos obedecen muy bien al volante, se ajustan a los trazados con precisión y balancean lo justo.
El Nissan y el Renault acusan una dirección eléctrica menos precisa, sobre todo en línea recta, porque no se autocentra bien y obliga a ir haciendo pequeños ajustes con el volante. Pero en zonas viradas ofrecen una estabilidad correcta, con reglajes más firmes y deportivos en el Micra, que sin embargo no le aportan una mayor eficacia sobre el Clio. El Renault, en cambio, adopta recorridos más amplios de suspensión y, a pesar de ser el más veterano, mantiene un equilibrio dinámico muy logrado.
El Seat y el Kia frenan también en menos metros que el Nissan y el Renault. Y el Ibiza ofrece la mejor calidad de conducción, con un tacto más preciso y refinado. Le sigue el Rio, también muy sólido, aunque menos fino de vibraciones, y el Clio se mantiene a la altura. El Nissan se sitúa un poco por detrás porque no resulta tan preciso y homogéneo en conjunto como los anteriores.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram