Increíble pero cierto: estas ciudades españolas tienen una fórmula para regular el tráfico sin semáforos

La iniciativa nació en Oudehaske (Países Bajos) en 1983, una población de 2.000 habitantes donde la velocidad máxima es de 30 km/h.

semaforo

Un semáforo en verde en una ciudad.

Corría el año 1926 cuando se instaló el primer semáforo de España: fue en Madrid y, concretamente, en el cruce de las calles Alcalá y Gran Vía. Hoy en día parece complicado imaginar el tráfico urbano sin estas señales luminosas, pero lo cierto es que son varias las localidades que han prescindido de ellas. Y el resultado ha sido más que positivo.

Eliminar los semáforos no es una fórmula nueva. Las ciudades que han apostado por ello lo han hecho, claro está, combinando su desaparición con otras medidas como rotondas, pasos elevados, de peatones… De esta manera, regulan el tráfico, lo ordenan de manera natural y evitan tanto atascos como accidentes de tráfico.

Los defensores de esta fórmula señalan que la supresión de los semáforos supone un ahorro energético, mayor armonía entre viandantes y conductores y una forma de eliminar molestias innecesarias. ¿Quién no ha esperado minutos interminables con el semáforo en rojo y la calle vacía? ¿Qué peatón no ha soportado el paso de vehículos sin que nadie ceda el paso, a pesar de tener la prioridad?

La primera población que dijo adiós a los semáforos fue Oudehaske (Países Bajos) en 1983. El ingeniero Hans Mondemann no sólo los eliminó, también rebajó la velocidad a 30 km/h en las calles de esta localidad de 2.000 habitantes. Frisia y Drachten, dentro del mismo país, también siguieron sus pasos.

En Portishead (Reino Unido), de 22.000 habitantes, tampoco tienen semáforos y han visto cómo los atascos del centro han desaparecido. Además, han ahorrado en recursos y han demostrado que las calles ‘desnudas’ (así es cómo se llama esta fórmula) no reducen la seguridad de peatones y conductores. Ashford y Wiltshire han hecho lo propio y entre 2003 y 2008, esta solución se llevó a varios países de la UE como parte del Proyecto Espacio Compartido.

La primera ciudad de España sin semáforos

La iniciativa ha traspasado fronteras internacionales para llegar a países como Uruguay, Chile o España. Tal y como informó, en su momento, la DGT, la primera ciudad que eliminó los semáforos fue Amorebieta-Echano (Bizkaia).

La medida se implantó en esta población de unos 20.000 habitantes, a pesar de que la nacional a Bilbao parte en dos el casco urbano y de la actividad industrial de la zona. ¿El resultado? Han reducido los siniestros un 80% y el número de coches diarios ha pasado de entre 30.000 y 40.000 a 14.000.

Yurreta y Abadiño también se sumaron a este movimiento. Durango hizo la misma apuesta y sustituyó los semáforos por rotondas y pasos elevados. En Bilbao, ciudad pionera en reducir la velocidad máxima de sus calles a 30 km/h, también quieren eliminarlos de forma progresiva y, eso sí, no totalmente: sólo en los puntos donde el tráfico es más pacífico.

Madrid y Valencia

En Madrid son varios los municipios que han decidido prescindir de los semáforos: algunos de ellos conservan una o dos unidades en las inmediaciones de, por ejemplo, los parques de bomberos para cortar el tráfico en caso de emergencia.

En 2005, Las Rozas, con 95.550 habitantes, eliminó todos sus semáforos. Un año después, en 2006, Pinto también decidió regular el tráfico sin estas señales luminosas que llegaron a esta población ubicada en el sur de la comunidad madrileña.

Majadahonda hizo lo propio y apostó por las rotondas. Lo mismo que en Valdemoro, donde su ayuntamiento asegura que, gracias a esta medida, pueden presumir de una circulación fluida y una constante reducción del número de accidentes en el casco urbano.

En la Comunidad Valenciana, algunas localidades han seguido la misma senda, como Almazora (Castellón) y Chirivella (Valencia), donde terminaron de quitar los semáforos en 2011 y los han sustituido por rotondas, pasos de peatones y badenes. Como consecuencia, los incidentes han disminuido en más de un 70%.

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Elena Sanz Bartolomé

Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.

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