Como cualquier otro sistema del vehículo, los limpiaparabrisas pueden presentar averías que afecten a su funcionamiento. Y no es algo baladí, ya que estos componentes tienen una función importantísima de seguridad en caso de lluvia o de que algo se adhiera al parabrisas y entorpezca la visibilidad.
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Averías más comunes
Las escobillas son la parte del limpiaparabrisas que está en contacto directo con el parabrisas. Con el tiempo, el caucho de las escobillas se desgasta, se agrieta o se endurece, lo que reduce su eficacia para limpiar el parabrisas. Esto puede causar rayas en el vidrio y una visibilidad deficiente. Cuando esto se detecte, hay que cambiar las escobillas.

Por otro lado, hay un motor encargado de mover las escobillas. Si el motor falla, las escobillas no se moverán o lo harán de manera errática. Este problema puede ser más complejo de solucionar y, en algunos casos, requerirá la sustitución del motor, por lo que es bueno acudir a un profesional.

Si los limpiaparabrisas dejan de funcionar directamente, puede ser debido a que el fusible que lleva la electricidad al motor para funcionar, se haya quemado. Esta es una de las averías más fáciles de diagnosticar y solucionar.
Si lo que no sale es el líquido por las boquillas, es que pueden estar obstruidas. Quizá con un alfiler se pueda solucionar este bloqueo, que suele ser por suciedad.

Como evitar esas averías
Lo mejor para evitar problemas es realizar inspecciones periódicas de las escobillas y el sistema de limpiaparabrisas. Se recomienda revisar las escobillas cada seis meses y reemplazarlas si es necesario.
Se deben usar productos de buena calidad y evitar el uso de agua del grifo que puede contener cal y obstruir las boquillas de salida del líquido para limpiar el parabrisas.
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