La lluvia no ha cesado estos días y se han repetido las imágenes de inundaciones, carreteras cortadas y coches inundados. La Agencia Estatal de Metereología (Aemet) prevé que la intensa lluvia continúe unos días, así que conviene conocer las precauciones que se deben tomar cuando el suelo está mojado.
A la hora de la verdad, la mayoría de los conductores se sienten inseguros cuando les toca conducir con lluvia. Este es un repaso a los principios básicos de la conducción con lluvia.
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Conducir con lluvia: precauciones
- El peligro de la lluvia suave. Dicho de otra forma: a más agua, mejor (sin exceso). Suena a contradicción, sí, pero no lo es. Las primeras gotas de lluvia se mezclan con la grasa y el polvo de la carretera, reduciendo la adherencia sensiblemente. Una vez rompe a llover (hasta cierto punto), la carretera se limpia y vuelve a agarrar mejor el neumático (aunque menos que con el asfalto seco, lógicamente).
- Vigilar los neumáticos. Hay que hacerlo siempre (y es fácil saber si el dibujo de las ruedas es el correcto), pero todavía más cuando llueve. El agarre disminuye mucho, y es fundamental que tus neumáticos desalojen la máxima cantidad de agua posible.
- Aumenta la distancia de seguridad. La capacidad de frenada de tu vehículo se ve mermada profundamente en cuanto empieza a llover, por lo que necesitará bastante más metros para detenerse. Si no se quiere acabar encajado en la trasera del coche que se lleva delante, se dee dar más espacio del habitual.
- Suavidad al conducir. Nada de movimientos bruscos: ni acelerando (se perderá tracción), ni frenando (incluso con ABS puedes llegar a bloquear las ruedas), ni girando el volante (no quieres hacer un trompo ni quedarte cruzado en la carretera).
- Encender las luces. Cuando toca conducir con lluvia, litros y litros de agua se van a estrellar contra el parabrisas. Por mucho brío que tengan los limpiaparabrisas, la visibilidad será peor que en seco. Además, el día seguramente estará nublado, lo que añade un extra de dificultad. Por lo mismo, se recomienda usar las luces para ver y ser visto, y prestar el doble de atención a lo que pasa alrededor en la carretera.
- Evitar los charcos. Puede parecer una tontería, pero no lo es: nunca se sabe lo que se esconde debajo o la profundidad que tiene el charco en cuestión. Si esta es poca, simplemente se levantará el agua; si es mayor, un pinchazo, desllantar o incuso quedarse atrancado son tres opciones con muchas posibilidades de cumplirse.
- Alcantarillas y pintura, los enemigos. La razón está clara: resbalan. Por mínima que sea, la pérdida de control del vehículo puede ocasionar problemas graves. Y en modo se debe extremar la precaución.
- El temido ‘aquaplaning’. El gran riesgo de los días de lluvia es el aquapanling. Cuando el agua acumulada es excesiva, el coche pierde totalmente la adherencia y se va recto. Se debe luchar contra los impulsos primarios: no hay que frenar, acelerar ni girar.. La clave es levantar el pie del acelerador y mantener la dirección firme hasta que se note que el vehículo se va parando por sí mismo y vuelve a traccionar.
- Revisar las escobillas. ¿Chirrían?, ¿ensucian en lugar de limpiar?, ¿cuelga alguno de los extremos? Si se responde afirmativamente a alguna de estas preguntas, es hora de cambiar las escobillas. Conviene hacerlo una vez al año.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.