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Conduciendo por el corazón de la roca: la carretera asturiana que se encuentra entre las más insólitas de Europa

Madrid |

Este tramo de vía une a los conductores con los exploradores, ya que se está obligado a entrar en una cueva para llegar al pueblo.

La Cuevona Asturias

Foto: Getty Images

España es un país que, geográficamente, se niega a que la monotonía invada al conductor, y por esa misma razón sus carreteras se encuentran entre las más reconocidas de Europa. Por ejemplo, miles de usuarios disfrutan cada año del vértigo del “nudo de corbata” en Sa Calobra (Mallorca) o han subido a las nubes por el serpenteante Roque de los Muchachos (La Palma). Vías en las que el asfalto es sinónimo de aventura.

También, en la red de carreteras del estado hay tramos tan serpenteantes que hipnotizan. Entre ellos, destacan la ruta costera de la Costa Brava (GI-682), el Puerto de las Palomas en la CA-9104 andaluza, el también Puerto del Pico en la N-502 de Castilla y León o el tramo de la M-130 entre Prádena del Rincón y Robledillo de la Jara en la Comunidad de Madrid.

Sin embargo, en pleno paraíso asturiano, cerca de Ribadesella, existe un desafío rodado que no tiene rival en cuanto a singularidad: La Cuevona de Cuevas del Agua. No es un túnel artificial, ni un tramo de curvas endiabladas, sino una cueva natural, un auténtico tramo de carretera por el corazón de la Tierra.

Un desafío kárstico

En las verdes tierras del concejo asturiano de Ribadesella se esconde un tramo de carretera que desafía la lógica y la ingeniería. No se trata de un puerto de montaña alpino, ni de un viaducto futurista. Es La Cuevona, una formación kárstica natural (el tipo de relieve que se forma cuando el agua de lluvia disuelve rocas solubles, principalmente la caliza) modelada por el río San Miguel que, a lo largo de sus aproximadamente 300 metros, obliga al conductor a adentrarse, literalmente, en el corazón de una montaña asturiana.

Esta cavidad no es solo un capricho geológico; es la única vía de acceso rodado al pequeño y encantador pueblo de Cuevas del Agua. Durante décadas este viejo camino de tierra fue el único paso que existía entre Ribadesella y Cuevas del Agua. No fue hasta bien avanzado el siglo XX cuando se asfaltó esta vía. Cruzarla al volante es una experiencia tan singular que muchos la catalogan como uno de los tramos de carretera más espectaculares de Europa.

Una experiencia de conducción única

La sensación al volante es difícil de describir. Después de un cómodo tramo por la comarcal de segundo orden, RS-2, la carretera se estrecha y el asfalto se desliza bajo un techo de piedra milenaria. La oscuridad es envolvente, aunque el túnel cuenta con una iluminación sencilla. Mientras se avanza lentamente, los faros del vehículo se encargan de revelar un espectáculo en movimiento: estalactitas, coladas y estalagmitas que parecen querer atrapar al coche.

Es la única cueva de España que forma parte activa de la red viaria, permitiendo que la arquitectura de la naturaleza y el motor convivan en un instante fugaz. La Cuevona no solo exige moderar la velocidad debido a su sinuosidad, sino también prestar atención a la carretera, ya que el espectáculo puede distraer al conductor. Un corto trayecto que se transforma en un paseo geológico.

Para los amantes del motor y la aventura

Aunque su longitud no es comparable a la de los grandes túneles excavados por el ser humano, La Cuevona ofrece un valor añadido inigualable: es un museo de espeleotemas abierto al tráfico. Las formaciones calcáreas se extienden a lo largo de las paredes y el techo, con el arroyo adyacente que añade una banda sonora natural al sonido del motor. El paso es una declaración de intenciones: para llegar al destino, el conductor debe doblegarse a la grandiosidad geológica del paisaje asturiano.

Para muchos entusiastas del motor y la naturaleza, este tramo se ha convertido en un punto de peregrinación. Además, se puede aparcar en las áreas reservadas antes de adentrarse en la montaña y recorrer a pie el tramo, observando las formas calcáreas iluminadas; es la forma más respetuosa de disfrutar plenamente de este fenómeno antes de continuar con la ruta. Una parada técnica para estirar las piernas y contemplar una maravilla que la naturaleza construyó como si fuera un túnel de peaje gratuito.

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Rubén Pérez Perfil de Rubén Pérez en Linkedin

Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.

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