Durante la última década, la industria automotriz ha blindado sus modelos mediante complejos esquemas electrónicos de seguridad. Hemos pasado del rudimentario bloqueo mecánico del volante a sofisticados dispositivos de rastreo satelital integrados profundamente en el software del vehículo.
Hoy en día, la protección se clasifica principalmente en dos categorías: medidas activas, diseñadas para alertar y disuadir (como sirenas y geolocalización), y medidas pasivas, cuya misión principal es bloquear el encendido del motor para evitar que el coche pueda desplazarse.
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Sin embargo, ni el sistema más avanzado ha conseguido crear un automóvil totalmente invulnerable ante la picardía criminal. Mientras los fabricantes refuerzan el blindaje digital, las bandas especializadas responden con potentes herramientas informáticas capaces de vulnerar la seguridad en tiempo récord, combinando alta tecnología con distracciones físicas casi indetectables.

Coches más robados
Según el último Balance de Criminalidad del Ministerio del Interior, entre enero y septiembre de 2025 se contabilizaron 24.478 sustracciones de vehículos, lo que representa un ligero descenso del 1,2% respecto al mismo periodo del año anterior. Sin embargo, los expertos advierten que esta “tregua” estadística es engañosa: mientras Madrid y Cataluña concentran el mayor volumen de casos, regiones tradicionalmente seguras como Navarra y La Rioja han experimentado repuntes superiores al 17%.
Además, la tendencia actual no apunta al coche de lujo, sino a modelos superventas como el Seat Ibiza o el Volkswagen Golf, codiciados en el mercado negro para el suministro de recambios, lo que confirma que el riesgo hoy es mayor para el conductor medio que para el propietario de alta gama.

El truco de la botella
Ante este panorama, muchos ladrones están optando por agudizar el ingenio y servirse de artimañas más sencillas. En este caso, de una simple botella de plástico. Una forma de robar los coches que no exige el uso de herramientas ni de violencia, agravantes del delito en el caso de detención.
La trampa es muy sencilla de ejecutar. Consiste en que los delincuentes introducen una botella de plástico entre el neumático y el paso de rueda mientras el vehículo se encuentra estacionado, generalmente en el lado del copiloto, ya sea en el eje delantero o el trasero.
De esta manera, es más difícil que el conductor se percate de que hay un objeto en la rueda, al estar situado en el lado contrario a su acceso al vehículo. Una vez que se inicia la marcha, la botella hace el ruido suficiente como para que el conductor se detenga para detectar el problema.

Lo habitual es bajar del coche dejando este en marcha y abierto, momento en que aprovechan los ladrones para llevárselo. Tan sencillo como subir al automóvil y marcharse. La ubicación de la botella en el lado contrario al conductor también tiene por objeto que al dueño del vehículo no le dé tiempo a reaccionar y volver a su asiento. Como recomendación, nunca se debe abandonar el vehículo dejándolo abierto y en marcha, ni parado con la llave puesta.
Este robo cuenta con un gemelo que también ha sido denunciado en los últimos meses. Se trata del truco de la lata. El modus operandi es muy similar, pero en vez de la botella en el paso de rueda, consiste en atar una lata en el paragolpes trasero mientras se encuentra aparcado.
El truco de la moneda
Siguiendo con las artimañas sencillas para robar vehículos, también se está difundiendo el truco de la moneda en la puerta. En este caso se utiliza para sustraer objetos de valor del interior del vehículo. Este método se lleva a cabo sobre todo en parkings y por la noche en zonas oscuras de la calle. Cuando el conductor está realizando las maniobras de aparcamiento, el perpetrador aprovecha para colocar una moneda en alguna manilla de las puertas, sin que el conductor se percate.
Una vez que el dueño del vehículo ha terminado de aparcar el automóvil, sale y pulsa el mando de la llave. Se aleja tranquilamente sin saber que una de las puertas no se ha cerrado al haber una pequeña moneda impidiendo que el mecanismo complete el bloqueo. Al no culminar el vehículo el cierre, la alarma no se activa. De esta manera, el ladrón tiene acceso total al vehículo para desvalijarlo o llevárselo.

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