El fuego ha quemado 34.243 hectáreas en lo que va de año, con datos del Ministerio para la Transición Ecológica hasta el 15 de agosto, lo que supone un 52,6% menos que en el mismo periodo de 2023, y un 55,6% menos que la media de los últimos 10 años.
Aun así, hay muchas zonas de España en alerta por riesgo extremo de incendio y los paneles de aviso de la Dirección General de Tráfico (DGT) lo recuerdan a menudo en la carretera, porque un mal gesto de un conductor puede ocasionar un fuego. Pese a que el número de fumadores va disminuyendo, Transición Ecológica calcula que en torno al 3% de los incendios forestales tiene su origen en colillas abandonadas o arrojadas desde vehículos en marcha.
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Se trata de una infracción peligrosa y castigada con más dureza desde el 21 de marzo de 2022. Con la reforma de la ley de tráfico, esta acción pasó a considerarse muy grave en lugar de grave. Así, el texto castiga con una multa de 500 euros y la retirada de seis puntos del carnet de conducir “arrojar a la vía o sus inmediaciones objetos que puedan producir incendios o accidentes”.
Las colillas y los accidentes de tráfico
Originar un fuego es el principal riesgo en los meses de verano, pero la infracción resulta peligrosa en cualquier época del año en los desplazamientos urbanos. Una colilla lanzada por la ventanilla puede golpear a un motorista o un ciclista y causar un siniestro.
Un agente también puede sancionar a un conductor por el mero hecho de fumar. Aunque la acción en sí no está prohibida, es una de las infracciones que la DGT castiga en sus campañas de vigilancia de las distracciones, factor que causa un 32% de los siniestros viales.
Como promedio, Tráfico apunta que se tardan unos 4,1 segundos en encender un cigarrillo. Si en ese lapso se circula a 100 km/h, el conductor recorre casi 114 metros más pendiente del pitillo y el mechero que de la conducción y la carretera.
Un cigarrillo, cinco minutos
El Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos aporta otros dos guarismos: un fumador típico aspira hasta 10 veces un cigarrillo en los escasos cinco minutos que lo mantiene encendido.
A la velocidad citada antes, ese automovilista circula algo más de ocho kilómetros con una mano ocupada en sujetar el cigarrillo y llevarlo de la boca al cenicero y de ahí, solo a ratos, al volante.
Además, “el humo del tabaco altera la capacidad motora y cognitiva, se tienen menos reflejos justo cuando más lo necesitas y así es más fácil sufrir un accidente”, sostiene el doctor Carlos Jiménez, presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, en palabras a la revista Tráfico y seguridad vial de la DGT.
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