Al revisar la historia, se observa que los primeros automóviles no contaban con llaves, pues, al ser muy similares a las calesas de caballos, no requerían cerraduras. Fue en la primera década del siglo XX, con la llegada de los sistemas de arranque, cuando la situación cambió, ya que los coches comenzaron a ser más deseados por los amigos de lo ajeno y necesitaban de algo más que una palanca para ararncarlos.
De hecho, Henry Ford solía encadenar su Ford T a un poste con un candado cada vez que lo estacionaba, lo que puede considerarse uno de los primeros sistemas de seguridad. Sin embargo, el gran avance llegó en 1916 con el Cadillac Type 53, que fue el primer coche de producción en incorporar una llave tanto para arrancarlo como para abrir y cerrar las puertas.
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No fue hasta los años 60 que la llave única se generalizó. Hasta entonces, algunas marcas seguían usando cerraduras separadas para las puertas y el arranque. En la mayoría de los casos, la llave abría las puertas girando en sentido contrario a las agujas del reloj y arrancaba el coche girando en sentido horario.
Cerraduras que se atascan
El parque automovilista en España supera en la actualidad los 14 años de media y aunque los modelos más modernos no cuenten con una llave física para abrir, cerrar y arrancar, existen millones de coches que en la actualidad que todavía emplean llave. Las cerraduras del coche son piezas de desgaste, sobre todo, la que se encarga de arrancar el coche. En otros casos es la falta de uso la que supone un problema para los bombines.
Por eso en ocasiones dejan de hacer su trabajo correctamente. La secuencia es conocida, se introduce la llave en alguna de las cerraduras y cuesta un esfuerzo poder girarla para abrir la puerta o arrancar. Y es que, las cerraduras se atascan cuando alguna de sus partes o las llaves se secan demasiado o se oxidan y necesitan ser engrasadas o lubricadas con alguna sustancia.

El truco del lápiz
Para engrasar o lubricar esas cerraduras rebeldes, existe la posibilidad de recurrir a un producto específico de los que se venden en el mercado o se puede tratar de arreglar en el acto con un simple lápiz. En muchas ocasiones las circunstancias no permiten comprar uno de esos lubricantes o el conductor se encuentra en medio de la nada y necesita volver a abrir la puerta o arrancar el coche.
La operación es muy sencilla, se debe frotar la llave —los dientes— con la mina del lápiz. El núcleo de un lápiz es una barra de grafito combinada con grasa y arcilla. Además, del propio grafito, que es un lubricante seco y con el que se fabrican la mayoría de los espráis para abrir cerraduras del mercado, la grasa y la arcilla también ejercen de lubricación.
Tras frotar suavemente la llave con la mina del lápiz, se debe de introducir en la cerradura y girarla a ambos lados con cuidado, permitiendo que el grafito y los demás elementos suavicen el interior del bombín. En unos segundos, la llave volverá a operar con fluidez y la puerta o el arranque restablecerán su cometido.
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