Conocer la temperatura, sobre todo del cuerpo, ha sido una de las grandes necesidades de la humanidad. En 1552, el astrónomo, ingeniero, matemático y físico italiano Galileo Galilei creo el termoscopio, un aparato que podía considerarse el abuelo del actual termómetro. Este artefacto servía para medir la temperatura de un ambiente en particular usando un tubo de vidrio que contaba con un lado abierto y un bulbo en otro de sus extremos.
Aunque la verdadera revolución de los termómetros (palabra hace referencia al término griego thermos, que significa calor, y a metron, que corresponde a medida) se dejó notar en la medicina. El prominente matemático, astrónomo y físico holandés Christiaan Huygens creó el termómetro clínico en 1665, al que añadió una forma temprana de la escala Celsius, ajustando el rango a los puntos de congelación y ebullición del agua. Los galenos por fin podían conocer la temperatura de los pacientes.
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Sensor de temperatura exterior
Centrando el tema en los automóviles, conocer la temperatura exterior del coche ofrece una importante información al conductor. Desde hace algunos años, este dispositivo se monta de serie la mayoría de los modelos. Aunque, en un principio, solo los de alta gama disponían de uno.
En realidad, lo que llevan instalados los automóviles, no es un termómetro al uso. Se trata de un componente llamado termistor. Este dispositivo trabaja disminuyendo su resistencia eléctrica cuando aumenta la temperatura. Es una forma más sencilla de medir la temperatura, ya que evalúa los cambios en la corriente eléctrica cada vez se calienta o se enfría.
¿Mide la temperatura correctamente?
La respuesta corta es no. En estos sensores la temperatura se ve afectada por el entorno. Por ejemplo, los lugares donde se miden las temperaturas de los organismos oficiales están protegidos. Se trata de ubicaciones (tipo garita) que disponen de unas rejillas para permitir la circulación de aire y que, evidentemente, están protegidos de la radiación solar directa, de la lluvia y demás fenómenos meteorológicos.
Además, estas estaciones se encuentran sobre un suelo de césped y a algo menos de dos metros del suelo. Por su parte, el sensor del coche suele ubicarse en dos zonas muy concretas, la más habitual es en la parte delantera, detrás del radiador. La otra es debajo de los retrovisores laterales. Ambas, sobre todo en verano, reciben el calor que irradia la carretera. Esto hace que haya una dilación de hasta más de 10 grados respecto a la temperatura real.
Invierno
Durante los meses de invierno, esta temperatura es más real que la que mide en verano. Los fabricantes aseguran que es muy certera en la escala cercana a los 0° centígrados, aunque siempre se debe de tener en cuenta que estos termistores jamás podrán tener la precisión de un termómetro al uso.
Cabe recordar que durante los meses de invierno y como recomienda la DGT, más allá de las bajas temperaturas del exterior, dentro del habitáculo se debe de mantener entre los 19 y 22 grados centígrados. Más calor puede provocar efectos perjudiciales para el conductor, como somnolencia, fatiga e irritabilidad, lo que puede desembocar en pérdidas de atención y, por ende, accidentes.
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