‘Prohibido’ conducir con gripe: la DGT y su postura sobre algunos medicamentos ahora que el virus se hace fuerte

Hasta un 27% de los fármacos disponibles en farmacias pueden alterar funciones cognitivas y motoras, entre ellos los antigripales.

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La tasa del síndrome gripal en España se sitúa este año en 164,6 casos por cada 100.000 habitantes y ha superado el pico alcanzado las tres últimas temporadas, que fue de 163,7 casos en la 2023-2024 y de 141,3 en la 2024-2025, muy por encima de los 76,6 casos por 100.000 habitantes de la 2022-2023, según el último informe del Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda, publicado este jueves por el Instituto de Salud Carlos III.

El informe, con datos de la semana del 1 al 7 de diciembre, refleja que las infecciones por gripe han aumentado un 110,2% respecto a la semana previa, cuando se situaron en 78,3 casos por cada 100.000 habitantes. La gripe superó el umbral epidémico hace dos semanas y en la actualidad presenta una intensidad epidémica media.

En estas circunstancias, ¿la conducción puede acarrear un peligro mayor? La Dirección General de Tráfico (DGT) alude a menudo a un riesgo silencioso que afecta a millones de conductores: los efectos adversos de ciertos medicamentos sobre la capacidad para conducir. Según datos oficiales, hasta un 27% de los fármacos disponibles en farmacias pueden alterar funciones cognitivas y motoras, y se estima que el consumo de estos productos está presente en un 6% de los siniestros mortales en carretera.

Efectos de la gripe en la conducción

El problema no se limita a tratamientos complejos ni a medicación con receta. Muchos productos de uso común, como antigripales, anticatarrales o antihistamínicos, pueden provocar somnolencia, mareos o visión borrosa. “En la conducción, la falta de sueño es crucial. La somnolencia influye muy negativamente al volante y está presente en entre el 15 y el 30% de los siniestros viales”, recuerda la DGT.

El organismo insiste en que el efecto puede ser doble: tanto el virus como el medicamento reducen la atención, lo que convierte al conductor en un peligro potencial.

Entre los compuestos más problemáticos figuran los antihistamínicos H-1 y los antitusígenos con codeína o dihidrocodeína, que además pueden dar positivo en controles de drogas. Pero la lista es mucho más amplia: ansiolíticos, hipnóticos, analgésicos potentes, antidepresivos e incluso tratamientos para patologías crónicas como epilepsia, Parkinson o migrañas. Todos ellos pueden disminuir la capacidad de reacción, alterar la coordinación y generar fatiga, síntomas que comprometen gravemente la seguridad vial.

La Agencia Española del Medicamento respalda esta advertencia y recuerda que los prospectos incluyen información sobre la influencia en la conducción, aunque no siempre se lee con atención. “No se trata de alarmar, sino de prevenir”, señalan fuentes del organismo. La recomendación es clara: antes de ponerse al volante, comprobar si el fármaco afecta a la conducción y, en caso de duda, evitar conducir.

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