Si compras un coche de segunda mano, ojo: puede tener esto instalado y te va a salir bastante caro

Al comprar un coche de segunda mano es necesario tener en cuenta varios factores. Desde el estado de la mecánica del vehículo hasta el del interior y la carrocería, pasando por la documentación.

Da igual si se compra a un particular o a un concesionario de ocasión: para no llevarse una sorpresa desagradable tras la compra, hay que fijarse bien en los detalles… que, en ocasiones, pueden estar ocultos.

Hay conductores que, después de comprar un coche de segunda mano, se dan cuenta de que está equipado con elementos ilegales que les pueden salir muy caros. Un buen ejemplo de ello son los detectores e inhibidores de radares: hay quien los instala, ocultos, y no avisa de su presencia.

Esto supone un riesgo para el nuevo propietario porque únicamente son legales los avisadores. Los detectores son dispositivos que identifican los radares (fijos y móviles) cuando captan las ondas que emiten. Es entonces cuando lanzan una señal de alerta sonora o visual.

Los inhibidores, por su parte, no sólo localizan los cinemómetros: también emiten una frecuencia que impide el funcionamiento del radar durante unos segundos. La presencia de cualquiera de los dos está vetada.

Así lo establece el artículo 13.6 de la Ley de Tráfico: “Se prohíbe instalar o llevar en los vehículos inhibidores de radares o cinemómetros o cualesquiera otros instrumentos encaminados a eludir o a interferir en el correcto funcionamiento de los sistemas de vigilancia del tráfico, así como emitir o hacer señales con dicha finalidad. Asimismo, se prohíbe utilizar mecanismos de detección de radares o cinemómetros”.

Detectores e inhibidores: multas

Desde entonces, la multa por llevar un detector de radares en el coche implica una sanción económica de 500 euros y la retirada de tres puntos del carnet. El uso de inhibidores está más duramente castigado por la ley.

En este caso, el castigo es de 6.000 euros y la pérdida de seis puntos en el permiso. La sanción, eso sí, no se limita al conductor: el taller que lo instaló en el coche puede ser sancionado con una multa de hasta 30.000 euros.