El Sistema de Posicionamiento Global, o GPS por sus siglas en inglés, se utiliza desde los años 90 no solo para la navegación, sino también para controlar y gestionar flotas de vehículos mediante dispositivos ubicados en el vehículo, tan pequeños como el mando a distancia que abre su puerta. Pero ¿por qué se recurre a esta tecnología cada vez más?
Más allá de su capacidad para geolocalizar objetos con precisión, los GPS recopilan información que permite reaccionar al instante en caso de accidente, optimizar rutas comerciales y de distribución e incluso prevenir averías mecánicas.
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Qué sabe el GPS del coche y el conductor
Un GPS embarcado en un vehículo sabe, por ejemplo, si el motor está parado o al ralentí, además, por supuesto, de la velocidad instantánea y media. Y con más precisión que el propio vehículo, porque este calcula “con el número de vueltas que da la rueda, pero eso varía con la presión del neumático y su desgaste”, advierte Ramón Dávila, responsable de Desarrollo de Negocio de Moviloc en la multinacional española GMV.
Gracias al GPS, las empresas también pueden analizar las aceleraciones (si son bruscas, incrementan el gasto de combustible) y la forma de efectuar giros. Y si se rebasa la velocidad máxima de la vía, la empresa también recibe una alerta y puede avisar al conductor.
Todo lo contrario, una baja velocidad media, propia de vehículos en labores de vigilancia, puede generar recomendaciones periódicas para que realicen trayectos a mayor velocidad y evitar así daños a la mecánica.
Y si se trata de tareas comerciales, se pueden crear informes con el tiempo dedicado a cada cliente y el número de visitas por zonas que permitan introducir cambios en caso necesario.
¿Es legal el rastreo por GPS?
Semejante caudal de datos puede levantar suspicacias, pero la experiencia de Dávila en una empresa que gestiona decenas de miles de vehículos es que no siempre se pide conocer el perfil de conducción, mientras que otras veces se usa para premiar a los más eficientes al volante.
Ahora bien, si una empresa quiere controlar ciertos aspectos del trabajador, como su jornada y localización, “sería licita la instalación de sistemas que permitan dicho control”, aclara Marga Pérez, abogada de ARAG, compañía de defensa jurídica.
Y aunque ese control se puede aplicar, en principio, a cualquier trabajador, eso no quiere decir siempre ni en todas las circunstancias. Para empezar, nunca se puede extender más allá de la jornada laboral del empleado. “Estaríamos vulnerando su derecho a la intimidad y privacidad”, argumenta otra experta legal de ARAG, Miriam Montero.
De igual forma, la finalidad “ha de estar limitada a un fin específico y la instalación de este control tiene que ser proporcional al dato que se pretenda obtener”.
Es decir, sí lo sería conocer dónde está un camión que transporta una carga y el tiempo previsto de llegada a su destino, pero no para otros empleados de la empresa “cuya actividad no lo haga necesario”, matiza. De hacerlo, el trabajador podría presentar una reclamación judicial.
El deber de informar
Otro elemento importante es la comunicación a los trabajadores, algo que “siempre debe ser por escrito”, subraya Montero, y de forma “clara e inequívoca”. “No solo de la existencia del GPS, sino también de las características, así como del posible ejercicio de los derechos de acceso, rectificación, limitación del tratamiento y supresión”, añade la abogada.
Asimismo, recomienda que, en cada vehículo, en lugar destacado y a la vista del conductor, “se informe de que hay un dispositivo de seguimiento, donde se registran los movimientos mientras se utiliza el vehículo, al igual que el comportamiento al volante, si también hay registradores de incidencias”.
Llegados a este punto, alguien puede preguntarse qué sucedería si el sistema recoge alguna infracción de tráfico. Montero aclara que “la existencia de estos datos podría llegar a utilizarse como un medio de prueba más en un juzgado, pero no hay que olvidar que este tipo de ‘sistemas’ no están sometidos a controles técnicos ni metrológicos, como si lo están los tacógrafos o los taxímetros, por lo que la validez en el juzgado dependerá de cada caso”.
Fuera del horario laboral
Este problema puede suscitarse, asimismo, si el vehículo propiedad de la empresa se utiliza fuera del horario laboral con su consentimiento. Para Montero, no sería “proporcional” que esta sepa “en todo momento” dónde está el vehículo. “Se debe configurar el sistema de manera que si existe una base jurídica para controlar la ubicación (por ejemplo, robos), solo se pudiera acceder a esos datos en caso de incidente o cuando salga de una ubicación predeterminada”.
Recuerda, además, que se debe respetar el derecho a la desconexión digital en el ámbito laboral (de acuerdo con la ley de protección de datos), así como su intimidad personal y familiar. De hecho, una guía de la Agencia Española de Protección de Datos sobre relaciones laborales indica que la mejor forma de respetar estos derechos es “ofrecer al trabajador la posibilidad de que él mismo, si se cumplen las circunstancias que lo justifiquen, pueda desactivar temporalmente el seguimiento de la localización”, concreta la abogada de ARAG.
Despido por comer cerca de casa
En ocasiones, el uso de la geolocalización puede desembocar también en infracciones laborales. Como muestra de esto último, Marga Pérez cita el caso real de una trabajadora que debía recibir el pago de media dieta si comía fuera de su zona de trabajo. El GPS demostró que lo hacía “en las inmediaciones de su domicilio y no en las ciudades en las que afirmaba que estaba prestando el servicio”.
Otros ejemplos de despidos procedentes son el uso del vehículo de empresa de una trabajadora durante una baja por incapacidad temporal cuando dicho uso “estaba restringido a la actividad laboral” y el de un comercial que tenía asignada una ruta de trabajo, aunque según el GPS a partir de la hora de la comida el coche “no se movía el resto del día”.
La precisión de los GPS
Los GPS actuales ofrecen una gran precisión. Si décadas atrás solo había disponibles dos redes de este tipo, el GPS estadounidense y el Glonass ruso, hoy los receptores pueden acceder simultáneamente a otras como Galileo, financiada por la Unión Europea. Como resultado, es posible establecer la ubicación de un objeto con un margen de error de apenas dos metros, incluso menos en las condiciones más favorables.
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