El sector de la moto en España afronta con optimismo el nuevo ejercicio. Es la previsión de la Asociación Nacional de Empresas del Sector de la Dos Ruedas (ANESDOR), que estima un incremento de ventas para 2002 en torno al 9,2%, alcanzando un total de 211.200 unidades entre motos y vehículos ligeros.
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Se mantendría así la tendencia al alza de 2021, cuando las operaciones llegaron a las 193.324 unidades con un crecimiento del 5%, lo que supuso el 16% del total de las matriculaciones de vehículos en el mercado nacional. De ellas, 165.113 correspondieron a motocicletas (aumento del 6,2%), mientras que el segmento de los ciclomotores sufrió una caída del 18,9% (17.741 unidades) a causa del frenazo en las adquisiciones de flotas de motos compartidas.
Entre las motos, más de la mitad correspondieron a escúteres (85.230 unidades, 51,6% de cuota), aunque cabe destacar la mejoría de los modelos de carretera, que crecieron el 12,4% con una penetración del 43,3%. Las motos de campo siguen siendo residuales: 7,663 matriculaciones (crecimiento del 7,3%) para una participación del mercado del 4,6%.
Electrificación
La electrificación del sector de la moto, como ocurre en el del automóvil, también ha llegado para quedarse. Durante 2021 la cuota de mercado de estos vehículos sin emisiones llegó al 6,5% (el doble que en los coches), pese a que los datos generales fueron negativos en las diferentes categorías. Retrocedió en total un 22,2%, para quedarse en 6.654 motocicletas y 5.179 ciclomotores.
La coyuntura general de crisis con los semiconductores no fue ajena a la venta de motos en España. La oferta de productos se vio limitada, además de dejarse sentir en el tráfico por los concesionarios las diferentes oleadas de la covid-19. El pronóstico de ANESDOR es que los problemas persistan durante la primera mitad de este año, confiando en que la tensión con los suministros se alivie a partir del verano.
El problema del etiquetado
En cualquier caso, y pese a unas perspectivas halagüeñas, la asociación que aglutina a 73 empresas del sector se muestra muy critica con la sensibilidad del Gobierno hacia la moto y sus usuarios. Así lo ha dejado muy claro, en su comparecencia ante la Prensa para hacer balance sobre el 2021 y avanzar sus pronósticos para 2022, su secretario general, José María Riaño: “Cada vez más ciudadanos se desplazan en moto. No es razonable que el Ministerio de Transportes no cite una sola vez a la moto en su Estrategia de Movilidad Sostenible, Segura y Conectada 2030, igual que tampoco lo es que la mayoría de los Ayuntamientos no cuenten con capítulos específicos sobre la moto en sus Ordenanzas de Movilidad. La administración olvida de forma sistemática a los usuarios de moto”.
Igualmente duro se ha mostrado Riaño con la cuestión del etiquetado ambiental de la DGT y lo que considera una política discriminativa para las dos ruedas: “Las motos actuales reciben la misma etiqueta que las de 2006 a pesar de ser significativamente más eficientes y sostenibles».
Y ahonda en el asunto: «Los distintivos de la DGT son utilizados fundamentalmente por los Ayuntamientos para restringir los accesos a las ciudades y es un problema grave no solo que no se ponga en valor la evolución tecnológica, sino que los municipios ni siquiera sean conscientes de que las etiquetas de motos y coches, aunque puedan parecer igual no son equivalentes”.
ANESDOR recuerda que por las calles y carreteras españolas circulan más de 5.,7 millones de motos y ciclomotores, por lo que deben ser tenidas en cuenta como una pieza esencial en la nueva movilidad, entre otras cosas por las incuestionables ventajas que presentan por su eficiencia y ocupación del espacio público.
Un dato positivo en relación con este parque circulante es la reducción de la siniestralidad entre el colectivo de los motoristas, la menor desde 2015 (excepción hecha de 2020, cuando los datos carecen de valor estadístico por las limitaciones de movilidad provocada por la pandemia).
En concreto, la tasa de víctimas mortales por cada 10.000 motos fue el pasado año del 0,42%, frente al 0,52% de 2019. Una tendencia a la baja que se consolida en el tiempo frente al peor dato de 2007, cuando se llegó al 1,12%.
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