El Mercedes GLB es, por el momento, único en su especie

Se trata del primer SUV de tamaño medio y siete plazas de una marca de prestigio. Destaca por su espacio y calidad, y también por sus precios elevados: desde 42.675 euros.

GLB

Foto: Mercedes-Benz

Mide 4,63 metros de longitud, tres centímetros menos que el GLC, pero es más amplio, tanto en las plazas traseras como en el maletero, y puede cumplir mejor como familiar. El nuevo Mercedes-Benz GLB se sitúa entre los actuales GLA y GLC, por precio y tamaño, y es la opción más funcional de este trío de modelos. Está disponible con motores de gasolina y diésel, siempre con cambio automático de doble embrague y puede completarse con tracción 4×4.

Ya está disponible desde 42.675 euros, una tarifa elevada y casi 6.000 euros superior a la del VW Tiguan Allspace, su competidor más cercano. Y si se quiere disponer de las siete plazas, hay que sumar otros 1.000 euros. Pero los precios son uno de los pocos puntos criticables del nuevo modelo, porque por lo demás, saca notable en la mayoría de apartados importantes.

Actualmente, todos los SUV medios de siete plazas proceden de marcas populares, y este GLB abre el fuego entre los fabricantes de prestigio. Aparte del Allspace, rivaliza con otras propuestas similares como los Seat Tarraco y Skoda Kodiaq (gemelos del VW), Honda CR-V, Nissan X-Trail y Peugeot 5008. Respecto a todos estos coches, la alternativa de Mercedes sobresale por su mayor calidad de conjunto y sofisticación tecnológica. A cambio, es el más caro y sus dos últimas plazas son de las más pequeñas del grupo, limitando su uso para niños y casos de apuro.

La clave para que el GLB sea más amplio que el GLC está en el motor, porque como comparte base mecánica con el Clase A, el compacto de Mercedes (el GLC lo hace con el Clase C), lleva el propulsor colocado a lo ancho bajo el capó, en vez de a lo largo como su pariente, liberando espacio que se destina a la cabina y la zona de carga.

Habitáculo generoso

Las plazas delanteras son amplias; las traseras, también, y con configuración de cinco asientos, el maletero cubica 570 litros (550 el GLC) y hasta 760 si se adelanta la fila trasera corredera (se desliza 14 centímetros). La habitabilidad permite que cuatro adultos de 1,90 metros de estatura viajen con desahogo y confort. Al incluir los dos últimos asientos el volumen para equipaje baja a 500 litros (640 con la fila adelantada) y cuando se despliegan para utilizarlos, quedan 130, que dan para un par de maletas pequeñas, de las que pueden subirse a un avión.

El diseño exterior apuesta por las formas cúbicas para potenciar la robustez y maximizar el espacio disponible, mientras que por dentro recoge el salpicadero de los Clase A y B, y del CLA, y combina refinamiento y una presentación muy vistosa. El modelo viene bastante completo de serie, y la dotación ayuda también a sentirse cómodo, porque reúne detalles como el volante de cuero multifunción, las pantallas digitales (instrumentación y central), el climatizador bizona, los asientos con tapicería mixta en tela y símil cuero, cuatro elevalunas eléctricos, puertos USB, bluetooth para el móvil, acceso y arranque sin llave y hasta soluciones muy prácticas como el piso del maletero reversible, con una cara de goma que se puede limpiar con facilidad.

Todos los motores son de cuatro cilindros, y los dos de acceso, 200 de gasolina (1.3 turbo de 163 CV) y 200d de gasóleo (2.0 turbo de 150 CV), se venden al mismo precio: los 42.675 euros citados. El primero, eso sí, tiene un cambio de siete marchas y solo se ofrece con tracción delantera o 4×2, mientras que el del diésel es de ocho y puede combinarse con 4×2 y 4×4 (esta última, unos 2.600 euros más). El de gasolina acelera mejor y funciona con mayor suavidad, mientras que el de gasóleo ofrece prestaciones casi parejas y consume menos (5,5 litros de media WLTP, frente a los 6,9 del primero) aunque tiene una sonoridad más notoria y menos sugerente.

El siguiente escalón en potencia incluye también una alternativa de cada carburante: 250 en gasolina (2.0 turbo de 224 CV; 55.000 euros) y 220d en gasóleo (2.0 turbo de 190 CV; 47.350 euros), ambas con caja de ocho relaciones, tracción 4×4 y una respuesta al acelerador más enérgica que los anteriores. El consumo sube a 7,9 litros en el 250 y a 5,7 en el 220d, de promedio oficial WLTP.

Como tope de gama, la división deportiva de Mercedes, AMG, ofrece la variante GLB 35 AMG, que rinde 306 CV y otorga un dinamismo y prestaciones contundentes.

En marcha

El GLB ofrece también un equilibrio conseguido entre estabilidad, confort y dinamismo, y se conduce como si fuera un turismo familiar, con una dirección precisa y una pisada aplomada sobre el asfalto, tanto si el tramo es rápido y recto (autopista…) como si es más lento y revirado (carretera secundaria, puertos…). No destaca por su agilidad, pero tampoco le cuesta girar y se muestra bastante manejable incluso en las vías más estrechas y retorcidas. Aunque, para afinar todavía más sus cualidades, se puede instalar la opción de suspensión electrónica (desde unos 1.370 euros), que permite ajustar la dureza de amortiguación y adaptarse mejor a cada terreno.

Una sorpresa inesperada es su buena capacidad todoterreno. En las pruebas se completó un circuito 4×4, con subidas, bajadas, agujeros grandes en el suelo, zona de grava… y el coche superó cada obstáculo con aparente facilidad. Llevaba neumáticos M+S (barro y nieve, en inglés) y el paquete off road, que a la transmisión integral suma el control de descenso de pendientes y un modo de conducción específico para moverse fuera del asfalto: regula la fuerza del motor y el reparto de la tracción (la bloquea al 50% en cada eje). La altura libre al suelo se sitúa por encima de la media de estos coches, y la electrónica también, porque impide con eficacia que la potencia se escape por la rueda que pierda tracción, asegurando así la capacidad de avance.

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