Reafirmar puntos fuertes y mejorar los débiles. Suele ser la fórmula para alcanzar el éxito y es, precisamente, lo que ha hecho Toyota con el GR 86, el deportivo de acceso a su gama que evoluciona su concepto para ser, en resumidas cuentas, un “más y mejor” en toda regla.
Su predecesor, el GT86, trajo al siglo XXI el concepto de los deportivos japoneses asequibles de los 90, con un peso ajustado, tracción trasera y un enfoque claramente centrado en las sensaciones. Sin embargo, y como es complicado hacer pleno en el primer intento, tenía ciertas carencias que la firma nipona se ha encargado de solventar.
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La primera de ellas era la potencia. El cupé lanzado al mercado en 2012 empleaba un motor 2.0 atmosférico de 205 CV y 200 Nm de par máximo. La cifra se quedaba algo corta, más aún por la necesidad de llevar el propulsor bastante revolucionado para poder sacarle todo el partido.
Oída la queja por parte del usuarios, Toyota lo ha solucionado en su relevo. El GR 86 cuenta bajo el capó con un bloque bóxer 2.4 tetracilíndrico, también de aspiración natural, pero cuya potencia aumenta hasta los 234 CV y, sobre todo, su par hasta los 250 Nm. Esto último se aprecia en que el motor se siente muy lleno en cualquier rango de revoluciones, sobre todo a bajas, respondiendo con presteza a la demanda que aplique el conductor en el pedal del acelerador.
Ello conlleva, además, que sea mucho menos necesario tener que estar jugando con el cambio, pues marchas como la tercera son muy versátiles, recogiendo el coche incluso cuando está bastante abajo y estirándose mucho.
Por lo que respecta a la transmisión, como el modelo previo, puede emplear una caja de cambios automática o manual. Toyota España todavía no sabe si va a traer la primera al mercado nacional, siendo bastante probable que solo se ofrezca el manual de seis relaciones, que en el predecesor supuso la gran mayoría de ventas.
El guiado de la palanca es bastante corto, lo que permite enlazar marchas con facilidad, aunque en algunos casos (al reducir de quinta a cuarta) la transición no es igual de fina. Esto puede deberse también a que la unidad concreta que se probó era de preserie.
Otro punto en el que el fabricante ha puesto especial énfasis es el chasis, reforzado en múltiples secciones, lo que ha servido para aumentar la rigidez torsional en un 50% respecto al modelo previo. Además, se ha reducido en 20 kilos el peso y rebajado el centro de gravedad, lo que contribuye a optimizar su comportamiento.
Mención especial merece a la sonoridad del motor, con un rugido muy gutural que está en el punto justo, transmitiendo unas notas que hacen que parezca que se trata de un propulsor de más de cuatro cilindros. Especialmente notorio es dentro del habitáculo, donde un resonador mecánico hace que el sonido resulte impresionante.
Un envoltorio que llama la atención
Si algo funciona, no lo cambies. Es por eso que en Toyota han optado por evolucionar la línea del GT 86 en vez de revolucionarla. El diseño de cupé deportivo y esbelto que transmitía contundencia, ahora se ve potenciado a un nuevo nivel.
La marca japonesa ha decidido prescindir de nervios y líneas de tensión artificiales, decantándose por formas suaves y superficies limpias, que dejan que sea el propio músculo de la carrocería el que hable. Destacan los pasos de rueda, tanto delanteros como traseros, que le otorgan mucha presencia; el paragolpes frontal con una gran toma de aire, los apéndices en los faldones laterales o el alerón trasero.
Un interior con concesiones
Puede que, para contener el precio del modelo, que todavía no se ha develado (se pondrá a la venta en mayo de 2022) pero apunta a ser sensiblemente inferior a los 52.801 euros que cuesta el Toyota Supra de acceso, la marca haya optado por un interior espartano, en la línea de su predecesor, en el que se ha cuidado lo que de verdad importa.
Esto significa contar con un volante multifunción de buen tacto, pedales de metal y asientos delanteros tipo báquet, que ofrecen un gran agarre lateral y sujetan francamente bien el cuerpo sin conllevar estrecheces.
Pero, a cambio, aunque los acabados son buenos, en el habitáculo abundan las superficies de plástico tanto en salpicadero como el túnel central y en las puertas. Aunque esto no es definitivo, todavía está por ver cuáles serán los acabados finales cuando salga al mercado y se develen qué equipamientos estarán disponibles en España.
Toyota GR 86: en circuito y carretera
Para poder aprovechar las cualidades dinámicas del Toyota GR 86, las pruebas incluían tanto tandas en circuito como una ruta de carretera de montaña en la que comprobar su rendimiento en circunstancias más reales.
Sin embargo, las condiciones climatológicas fueron especialmente adversas, con lluvia abundante y el asfalto muy mojado, por lo que llevar a cabo el test resultó complicado y no se pudieron sacar conclusiones muy precisas.
En el trazado de Parcmotor Castellolí se dispuso de varias vueltas para poner a prueba al GR 86, pero las circunstancias hicieron que fuera necesario extremar la precaución. Incluso con cuidado, por la abundancia de agua, el eje trasero tendía a perder el agarre y abrirse, por lo que no se pudo exprimir la capacidad del coche a fondo.
Más fortuna hubo en la ruta exterior, ya sin precipitaciones y con el firme más seco. Es en esta conducción más convencional (la que podrá realizar el comprador medio del vehículo) donde se aprecia que es un coche divertido de llevar, que se siente cómodo en carreteras reviradas, ágil en las curvas y con una respuesta de motor muy interesante, que hace que no sea necesario ir al límite para poder disfrutar de una conducción alegre.
Eso sí, hay que tener en cuenta que por su tamaño, la configuración interior de 2+2 plazas es más teórica que otra cosa, pues el espacio en las traseras es muy reducido (más apropiado para meter una mochila y el abrigo), sobre todo si el piloto sobrepasa el metro ochenta de altura.
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