El nuevo rey del asfalto

El Koenigsegg One:1 es el supercoche más impactante del momento: tiene más potencia y velocidad que el hasta ahora intocable Bugatti Veyron.

La estrella deportiva de Suiza no es un Mercedes, ni tampoco un Ferrari; ni Porsche, ni McLaren ni Lamborghini ni ningún otro fabricante de renombre, que casi todo el mundo conoce. Es un Koenigsegg, una criatura mecánica venida del Norte, de Suecia, diseñada y ensamblada en una pequeña fábrica artesanal. Y creada por un tipo muy especial, Christian von Koenigsegg, que empezó exportando pescado a EE UU.

Hace tiempo que esta marca viene dando guerra, convirtiéndose en la china en el zapato de los grandes fabricantes de coches deportivos, la mayoría con divisiones de Fórmula 1, instalaciones de ensueño y presupuestos millonarios. Pero ahora se ha superado. Su nuevo modelo One:1 tiene 1.360 CV y llega a 440 km/h, imponiéndose al hasta ahora intocable Bugatti Veyron, que en sus últimas entregas, en concreto la Supersport, llega a 1.200 CV y 431 km/h.






Pero el Koenigsegg no es solo velocidad y potencia, sino también ligereza. Y es que con los mismos kilos que caballos, ofrece una relación unitaria entre peso y potencia (de ahí el nombre), acercándose mucho a los estratosféricos monoplazas de F1, que tienen más caballos que kilos: unos 750 CV para 690 en esta temporada 2014.

La bestia sueca equipa un motor 5.0 V8 biturbo, que transmite la potencia a las ruedas traseras a través de un cambio automático de doble embrague y siete marchas. Como mandan los cánones entre los supercoches, está construido con fibra de carbono y cuenta con una aerodinámica activa, que se va adaptando al ritmo que se circula para asegurar el agarre y la estabilidad.






La suma de su potencia, ligereza y aerodinámica permite que acelere de 0 a 400 km/h en unos 20 segundos, y que frene desde los 400 a 0 en 10 segundos. Estas cifras sonrojan al Veyron y también a los últimos iconos deportivos de Porsche, McLaren y Ferrari, los 918 Spyder, P1 y LaFerrari, respectivamente.

Solo se van a fabricar seis unidades, y las seis están ya vendidas. El precio no ha trascendido, pero es más que probable que rebase de largo el millón de euros.

Impresiona solo con verlo, porque es muy ancho y bajo y está repleto de entradas y salidas de aire (para refrigerar la mecánica) y componentes de fibra de carbono. Conducirlo en un circuito y tratar de hacer la vuelta rápida tiene que ser otro cantar, más cercano al miedo que al disfrute. Al acelerar a fondo, si el neumático no derrapara sobre el asfalto, es seguro que arrancaría la calzada a tiras.

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