La reinvención verde del supercoche

El BMW i8 es un deportivo futurista que combina prestaciones y respeto al entorno. Puede ser ecológico y también radical

La reinvención verde del supercoche

Un aperitivo de los supercoches del futuro. El i8 estrena un despliegue de innovaciones de alta tecnología que muestran cómo van a evolucionar los deportivos de gran calibre en los próximos años. Sus avances indican el camino a seguir para que estos modelos logren una mejor compatibilidad medioambiental, la clave para garantizar su supervivencia y evitar que se extingan como sucedió con los dinosaurios.

El i8 saldrá a la venta el 1 de junio y será un coche testimonial, tanto por volumen —solo 25 unidades el primer año en España— como por su prohibitiva tarifa: 129.900 euros. Cuesta 40.000 euros más que el nuevo M4, que es todavía más potente, pero es el precio a pagar por disfrutar prestaciones limpias. Además, su carácter visionario ayudará a amortizar sus avances y hacerlos accesibles para los coches populares.







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Puerta de apertura vertical.




El vanguardismo del i8 empieza ya en la imagen, que evoluciona el lenguaje estético de BMW para crear un deportivo espectacular. Destaca el frontal, muy bajo y con una parrilla y faros estrechos que afilan su mirada. Pero toda la silueta está muy trabajada, incluso los juegos de colores, con las tiras azules que identifican a los eléctricos de la casa. El trabajo culmina con una aerodinámica impecable (Cx: 0,26).

El chasis es el siguiente aspecto innovador. Toda la célula que forma la estructura interna es de fibra de carbono para reducir peso (el i8 no llega a 1.500 kilos), y sobre esta se anclan las piezas que forman la carrocería, entre ellas, las puertas de apertura vertical. Son muy llamativas, pero como la altura es justa, complican el acceso y obligan casi a dejarse caer para entrar al coche.

El i8 mide 4,68 metros de longitud, casi como un Serie 3. Y tiene un interior con 2+2 plazas, las delanteras bastantes amplias y cómodas, y las traseras solo aptas para niños, casos de apuro y el equipaje. Y es que en el maletero, situado atrás, apenas caben dos mochilas pequeñas: tiene 154 litros (un Mini, 211).







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La mecánica, al descubierto.




La mecánica marca otra gran revolución, y forma un conjunto con una relación excelente entre prestaciones y eficiencia. Lleva un motor eléctrico de 131 CV en el eje delantero y otro de gasolina con solo 1.5 litros y tres cilindros procedente del Mini (aunque con un turbo mayor y 231 CV) en el trasero, que entre otras cosas aporta tracción 4×4. Ambos van acoplados a un cambio automático de seis marchas con levas en el volante y en total rinden 362 CV (431 el M4). La planta motora suma además unas baterías de litio que permiten circular en ciudad sin contaminar, o rodar fuera de ella con un consumo muy ajustado: apenas 2,1 litros en los 100 kilómetros iniciales. Así, el i8 consigue fusionar una conducción urbana limpia y relajante y todo el poderío de los superdeportivos en carretera.



Conducción a la carta

Dos coches en uno. La flexibilidad del i8 permite elegir la mecánica idónea a cada situación, y en todas se disfruta mucho. En el modo a pilas utiliza solo el motor eléctrico (131 CV) del eje delantero y unas baterías de litio de 7,1 kWh de capacidad. Se pueden cargar en enchufes (dos horas) o en marcha utilizando el motor de gasolina como generador. Y permiten circular sin contaminar 37 kilómetros oficiales (de 20 a 30 reales) a velocidades de hasta 120 km/h. Así, es posible cubrir una buena parte de los trayectos diarios habituales con limpieza, y el i8 se convierte en un modelo relajante.

Pero puede transformarse también en un purasangre cuando entra en juego el motor 1.5 turbo de 231 CV. Hay dos modos de conducción: Comfort y Sport. En el primero va muy suave y puede gastar 2,1 litros en los primeros 100 kilómetros, contando con los 37 eléctricos. En el Sport, en cambio, muestra todo su carácter, suma 362 CV y ofrece una respuesta instantánea y un sonido de carreras. El interior cambia de color, de azul a rojo, y las prestaciones son fulgurantes: 4,4 segundos de 0 a 100 km/h y de 80 a 120, como en una maniobra de adelantamiento a un camión, en apenas 2,6. Se maneja con dos dedos, tiene una agilidad y estabilidad sorprendentes e incluso en puertos de montaña no pasa de 10 litros.



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