A principios de este año, Mercedes presentaba su espectacular prototipo Vision AVTR en la feria tecnológica CES en Las Vegas (EEUU). De conducción autónoma, propulsión eléctrica en las cuatro ruedas, 475 CV de potencia y con ruedas independientes capaces de moverlo hacia los lados (y no solo hacia delante o atrás como un coche normal) es una de las interpretaciones más avanzadas que se ha hecho de cómo será el automóvil del futuro.
Sin embargo, lo más sorprendente del Vision AVTR permanece oculto bajo su espectacular carrocería. Se trata de una batería muy plana, de apenas 10 centímetros de altura, pero con una elevada capacidad de 110 kWh que otorga al prototipo de Mercedes una autonomía de 700 kilómetros y se carga por inducción (sin necesidad de cables) en menos de 15 minutos.
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La tecnología de esta batería es revolucionaria, ya que es orgánica a diferencia de las conocidas hasta ahora, de composición metálica. Basa su funcionamiento en el grafeno, un compuesto de carbono puro similar al grafito que se utiliza en la mina de los lapiceros, y su gran ventaja medioambiental es que hará que la fabricación de las baterías será neutra en carbono para la naturaleza, es decir, no producirá CO2 que contamine la atmósfera ya que el grafeno es 100% reciclable por compostaje. Y en lo económico, su producción no depende de minerales como el litio, el cobalto o el cobre, expuestos a grandes variaciones de precio por su escasez y geolocalización.
Horizonte 2039
No obstante, y como declaró Andreas Hintennach, director de Investigación de baterías en Mercedes, “es una tecnología prometedora que ya funciona en el laboratorio, pero su aplicación práctica no se contempla antes de 20 años”. Este será el tiempo que se tarde en pasar de las baterías actuales de ion-litio a las orgánicas que aparecerán en 2039 y, como apuntan desde la marca alemana, podrían mejorar su autonomía todavía en un 25 %, lo que supondría la posibilidad de alcanzar un rango de 1.000 kilómetros con una carga.
La tecnología orgánica basada en el grafeno no es la única vía de desarrollo que se sigue en el campo de las baterías para automóvil. También se está experimentando en el terreno de la llamada batería sólida, que sustituye el electrolito líquido de las baterías convencionales (ácido sulfúrico) por uno sólido de material cerámico. Las ventajas es que son muy compactas y modulables, además de evitar el sobrecalentamiento y no recurren a un material inflamable como el ácido, aunque presentan el inconveniente de una carga más lenta.
Y también se trabaja en otro tipo de baterías de ion-litio-azufre o litio-oxígeno, con resultados prometedores pero que no son aplicables todavía a la fabricación en serie debido a un ciclo de vida demasiado corto para amortizar su coste. Pero se prevé que este problema también queden solventados de aquí a una década.
El planteamiento de la batería orgánica, como la que está desarrollando Mercedes, ha abierto un nuevo y sugestivo futuro al utilizar materia orgánica abundante para almacenar energía. Un buen ejemplo es el reciente trabajo publicado en la revista Nature a cargo de investigadores del Imperial College de Cambridge (Reino Unido) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas español (CSIC) sobre las pilas verdes que podrían cambiar el futuro.
El estudio demuestra las propiedades eléctromagnéticas de la quinona, una molécula de la lignina que es el polímero vegetal más abundante en el mundo, y que permitiría desarrollar pilas que aprovecharían la capacidad de almacenamiento de energía de compuestos orgánicos. Mucho más baratos y ecológicos que los materiales utilizados en las baterías actuales. La búsqueda de las baterías que garantizarán la movilidad futura no ha hecho más que empezar.
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Cuatro décadas informando sobre el mundo del motor y probando coches de todas las categorías. Después de trabajar en diversos medios especializados (Velocidad, Auto1, Solo Auto, Motor 16, Car and Driver, EcoMotor...), ahora en Prisa Media para seguir cubriendo la actualidad en plena revolución tecnológica del automóvil.