Llave de servicio: ¿qué es? ¿para qué sirve? ¿por qué protegía el coche en el taller?

Mucho antes de que los coches modernos incorporaran perfiles de usuario, modos de conducción personalizados o sistemas de geolocalización, algunos fabricantes ofrecían una herramienta física para proteger el vehículo cuando se dejaba en talleres, aparcacoches o servicios de mantenimiento: la llave de servicio.

Esta segunda llave, distinta de la principal, permitía arrancar el coche y moverlo, pero restringía el acceso a ciertas funciones, como el maletero, la guantera o incluso el sistema de sonido.

Su objetivo

Su utilidad era clara: evitar que alguien ajeno al propietario pudiera acceder a objetos personales o manipular configuraciones del vehículo. En algunos modelos, esta llave también limitaba el rendimiento del coche, desactivando modos deportivos o restringiendo la velocidad máxima, lo que la hacía ideal para situaciones en las que el coche debía moverse, pero no disfrutarse.

Aunque hoy en día este sistema ha sido reemplazado por soluciones digitales más sofisticadas (como el modo ‘valet’ en sistemas multimedia o el control remoto desde apps móviles), la llave de servicio fue una solución ingeniosa y efectiva en su momento. Permitía al propietario tener el control sin necesidad de tecnología avanzada, simplemente entregando una llave distinta.

Este tipo de llaves eran comunes en marcas como BMW, Mercedes-Benz o incluso algunos modelos de Ford y GM. Con el paso del tiempo y la llegada de la conectividad total, su uso ha desaparecido, pero su concepto sigue vivo en las funciones digitales actuales que permiten limitar el acceso o el uso del vehículo según el perfil del conductor.

En definitiva, la llave de servicio fue una muestra de cómo la seguridad y la privacidad en el automóvil siempre han sido una prioridad, incluso antes de la era digital. Un pequeño objeto que cumplía una gran función.