Pocas sensaciones puede haber tan placenteras como conducir por una carretera tranquila escuchando tu música favorita. Una acción cotidiana en estos tiempos, pero que ha evolucionado de manera extraordinaria en menos de un siglo, hasta el punto de que fabricantes de automóviles y expertos del sonido trabajan codo con codo para conseguir la mejor experiencia posible, como ocurre con Mazda y Bose, cuya alianza dura ya tres décadas.
Los orígenes
La historia del automóvil moderno se remonta a finales del siglo XIX y, durante mucho tiempo, los escasos, pero cada vez mayor número de conductores, no pudieron disfrutar de equipos de sonido en sus vehículos.
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No fue hasta mediados de los años 30 del siglo XX cuando los hermanos Galpin desarrollaron la primera radio para coche, la Motorola 5T71. Y todavía hubo que esperar más de un cuarto de siglo para que se incorporara el primer reproductor de cartuchos de cuatro pistas. Desde ahí, el progreso alcanzó un ritmo vertiginoso: cartuchos de ocho pistas, casettes, CD (primero solo uno, luego cargadores de varios), archivos digitales MP3, radios digitales y conectividad con dispositivos externos como los teléfonos inteligentes.
Durante ese proceso también se experimentó una evolución enorme a nivel tecnológico, pasando de sistemas de sonido de un solo altavoz a complejos equipos con sonido estéreo, multicanal y con altavoces específicos para cada tipo de sonido.
Con el RX-7 empezó todo
El origen de la relación entre Bose y Mazda se remonta a un modelo mítico, el Mazda RX-7, concretamente su tercera generación, que vio la luz en 1991.
El equipo de ingenieros de sonido de la marca japonesa, liderado por Ryoji Oe, buscaba un sonido con graves potentes que estuviera a la altura del deportivo que estaban desarrollando, y llamó su atención el sistema Acoustic Wave Cannon de Bose.
Aquel equipo contaba con un tubo de 3,6 metros de largo con un poderoso altavoz de graves en su interior, algo que parecía imposible de acoplar dentro de un coche pero que, empleando un sistema de giros y pliegues, se consiguió montar en la zaga sin perjudicar ni el espacio ni la calidad del sonido.
Así lo explica Matthew Valbuena, ingeniero de tecnologías de vehículos de Mazda North American Operations: “Lo nuestro es superar obstáculos y hallar soluciones poco ortodoxas. Por eso, colaborar con Bose ha sido muy fácil”. Y sentencia: “Queremos una experiencia de sonido que sea tan intensa como la de conducir”.
Y es algo que tuvieron que poner en práctica de nuevo con el Mazda MX-5, que implicaba el desafío de equipar un sistema de audio que suene perfecto tanto cuando la capota está montada como al circular a cielo abierto, dos situaciones muy diferentes entre sí.
Ambas compañías trabajaron de manera conjunta y dieron con la solución. Se trató de un control automático de ecualización que adapta el volumen en función la posición de la capota, apoyado por sistemas como los altavoces UltraNearfield integrados en los reposacabezas de los asientos y la tecnología de compensación de ruido AudioPilot, que ajusta automáticamente la reproducción de audio si se producen cambios como un aumento del ruido aerodinámico o del generado por la carretera.
El reto de los eléctricos
Con 30 años de colaboración estrecha, tanto Mazda como Bose se enfrentaron recientemente a un reto inédito: desarrollar un sistema de sonido para un coche eléctrico, el Mazda MX-30.
El cambio de planteamiento es importante, como deja claro Frederick Hartnick, director de ingeniería de Mazda Motor Europe: “El MX-30 es un coche muy silencioso. Es un vehículo eléctrico, así que nos enfrentábamos a varios desafíos de partida”.
La ausencia del ruido del motor hace que sean tanto el viento como la propia rodadura con la carretera los principales inconvenientes para el buen sonido del equipo de audio. Además, en el caso del MX-30, precisaban de amplias zonas de almacenaje en el interior de las puertas, lugar en el que suelen ir acoplados los altavoces de graves.
La solución a este problema tiene nombre propio y lleva siendo empleada por ambas firmas en los modelos del fabricante japonés desde 2019 con el Mazda3: el sistema BassMatch. Esta configuración ubica los altavoces de graves en la parte inferior del pilar A del vehículo, bajo las esquinas del parabrisas.
Tal posición ayuda a conseguir unos bajos más ricos sin que tiendan a vibrar y, además, se ayuda de un subwoofer adicional situado en la parte trasera para ecualizar las bajas frecuencias. Dichas ventajas son todavía más notables en un modelo que no emite ruidos como el MX-30, en el que los pasajeros pueden disfrutar de un sonido con un superior grado de detalle.
Son ya tres décadas de cocreación en las que Mazda y Bose han enfrentado y superado todos los retos que les ha planteado la industria, ahora la mirada está puesta en el futuro y en cuáles serán los desafíos que están por venir.
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