Montones con cientos de coches eléctricos apilados, que se oxidan con el paso del tiempo. Para encontrar esta imagen hay que poner rumbo a la ciudad de Gilbert (Arizona, Estados Unidos). ¿Cómo han llegado hasta allí?
El sueño de Myers Motor NmG se convirtió en una pesadilla. Este fabricante estaba convencido de que un coche eléctrico pequeño y económico para circular por la ciudad era posible: su precio era de 18.000 dólares (16.500 euros, según el cambio actual).
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Alumbró un modelo que, técnicamente, no era un vehículo. Tenía tres ruedas y medía tres metros de largo, 1,21 de ancho y lo mismo de alto. Estaba impulsado por un motor eléctrico con 82 CV de potencia, que obtenía la energía necesaria para funcionar de una batería de iones de litio de 17.4 kWh de capacidad.
Esto se traducía en una autonomía de unos 100 kilómetros: tardaba en tres y seis horas en cargarse por completo. El proyecto fracasó y, en 2010, Myers Motor NmG se dio por vencido. Fue entonces cuando Jerry Kroll compró los derechos del concepto para empezar desde cero.
Dos oportunidades más
Tanto que, bajo el nombre de ElectraMeccanica, financió su propia versión de este pequeño coche eléctrico que salió al mercado en 2018: lo definieron como un urbano pequeño e inteligente. Sin embargo, los problemas no tardaron en llegar.
ElectraMeccanica vendió entre 400 y 500 unidades: múltiples propietarios se quejaron de que sus coches perdían potencia mientras los conducían. La causa era un defecto en el controlador del motor, en el inversor y en el controlador de la batería. Nunca encontraron una solución.
Jerry Kroll y sus ingenieros vieron que la única salida pasaba por volver a comprar todos los coches eléctricos. Al final, vendieron el proyecto a la competencia: el fabricante de coches eléctricos Xos. Y fue él quien encontró con la solución más barata: desguazar todos los coches de ElectraMeccanica. Hasta que ese momento llegue, permanecen amontonados, oxidándose en un desguace.
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