Ubicados en intersecciones o puntos críticos de una vía, este dispositivo de control del tráfico regula el flujo de vehículos y peatones. Los semáforos son esenciales en la infraestructura urbana de las ciudades de todo el mundo, pero, a veces, consiguen lo contrario.
Sobre el papel, son imprescindibles para mantener la seguridad vial y prevenir accidentes porque ayudan a organizar el tráfico de manera ordenada y eficiente. Eso sí, cuando hay un semáforo cada 350 metros… llega el caos.
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Existe una avenida que mide 12 kilómetros y en ella, cada 350 metros, han instalado un semáforo: sí, hay 35 cruces regulados por estos dispositivos de control del tráfico que, en lugar de organizar el tráfico, lo provocan.
Esta medida, tomada por el ayuntamiento de la ciudad, ha generado todo un torrente de opiniones. Los residentes de la zona ven con buenos ojos la presencia masiva de semáforos para regular el tráfico y reducir el número de accidentes.
Los conductores, por su parte, lo ven excesivo y aseguran que afecta a la eficiencia de sus desplazamientos. Argumentan que la escasa distancia entre estos dispositivos genera severas congestiones de tráfico: sobre todo en las horas punta.
Mejorar la seguridad vial
Instalar un semáforo cada 350 metros fue la solución que Carlos Fernando Galá, alcalde de Bogotá, encontró para la avenida Guayacanes. Ubicada en el suroeste de la ciudad, su objetivo era descongestionar la zona.
Con el paso del tiempo, lejos de reducir los niveles de tráfico, esta avenida se convirtió en uno de los puntos donde menos se respetan las normas: para evitar los atascos, los motociclistas optan por usar las aceras para circular. Así lo aseguran desde el Área de Movilidad de la ciudad.
La apuesta del ayuntamiento para controlar estas infracciones, no obstante, ha generado malestar entre los conductores: creen que la cantidad de semáforos de la avenida es excesiva. Las autoridades locales, por su parte, no se plantean dar marcha atrás: estos dispositivos de control del tráfico permanecerán inamovibles para poder garantizar la seguridad vial.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.