Belleza y deportividad en su medida exacta y acertada

La marca británica completa su exclusiva gama F-Type más con una carrocería cerrada de enorme atractivo y efectividad.

Considero muy acertado el trabajo que los responsables de Jaguar están realizando en los últimos tiempos. En mi opinión, la marca se había quedado algo estancada en varios aspectos años atrás, pero han sido capaces de revertir la situación con eficacia y brillantez, traducido en productos tan fuera de lo común como el deportivo F-Type.






Ya conocíamos la variante descapotable que inauguró la saga, pero faltaba una propuesta para aquéllos que no valoran el encanto de una carrocería abierta. Es así como llega el Coupé. Una caja cerrada con un techo fijo de metal o cristal de indiscutible atractivo, capaz de atraer la atención a su paso y con una perfecta armonía entre la elegancia propia de la casa y el dinamismo que se debe exigir a un coche de su filosofía. Alguien me decía que parece una escultura y no le faltaba razón: se mire por donde se mire su belleza no deja indiferente.

Con el techo duro se gana, además, en facilidad de acceso al habitáculo, algo de espacio en sus dos únicas plazas y, sobre todo, un maletero mucho más utilizable al superar los 400 litros, cifra admisible para un dos puertas de sus características. El ambiente al cruzar ese umbral sólo puede calificarse como exquisito, con proliferación de cuero, remates perfectos y un equipamiento acorde con lo que desea quien pague la nada desdeñable cantidad de 90.000 euros en la versión que nos ocupa, que es la intermedia de la oferta del F-Type.

Es así por su motorización de seis cilindros en V, de tres litros de cubicaje y una potencia de 381 CV (por debajo queda otro propulsor de la misma configuración pero con 340 CV y por encima, la V8 de 550), que en ese posicionamiento me parece la más equilibrada: sus prestaciones son sobradas para una inmensa mayoría de automovilistas y sin necesidad de recurrir a los excesos del V8.

La ingeniería aplicada a este motor completa un conjunto entusiasmante, empezando por su cambio automático de ocho relaciones con levas en el volante, la tracción posterior, sus programas de gestión electrónica para seleccionar los modos de utilización, el trabajo en el sonido de escape, unas suspensiones muy bien regladas y unos frenos poderosos.

Lo mejor del caso es que hablamos de un deportivo accesible en su conducción e incluso tranquilo cuando así lo deseemos, pero capaz de sacar a relucir todo su carácter en el momento justo, regalándonos diversión y sensaciones fuertes al volante.

 



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