Si hubiera que elegir el Mercedes más famoso de la historia, éste sería sin duda el 300 SL, un deportivo que se adelantó a su tiempo por diseño y tecnología. Nació en 1952 como coche de carreras, y se hizo popular por su velocidad y llamativas puertas de apertura vertical, lo que le valió el apodo de alas de gaviota. El nuevo SLS AMG supone la interpretación moderna del SL original. Recoge sus virtudes y curiosidades, como las puertas, y permite a la marca recuperar, 57 años después, su icono más admirado. Estará disponible en marzo de 2010.
Al igual que su antecesor, el alas de gaviota del siglo XXI es un superdeportivo biplaza concebido como escaparate de imagen y tecnología. El 300 SL fue, entre otras cosas, el primer coche con un motor de inyección directa de gasolina. El nuevo SLS recoge tecnologías de la fórmula 1 actual que se incorporarán más adelante a coches menos exclusivos, como el cambio de siete marchas en el volante y una aerodinámica eficaz que mejora la estabilidad y el consumo. El SLS AMG da el relevo al SLR McLaren, el actual superdeportivo de la marca, que no ha tenido el éxito esperado. Y será una alternativa a purasangres como los Porsche 911 Turbo, Ferrari 458, Lamborghini Gallardo y Audi R8 V10.
El diseño evoluciona las formas del 300 SL clásico, con un morro muy alargado y una parte trasera maciza y redondeada. Pero llama sobre todo la atención lo bajo y achatado que es, porque mide casi dos metros de ancho y apenas 1,2 de alto, mientras la longitud se queda en 4,63 metros. Las puertas tipo alas de gaviota se elevan para poder acceder al interior, que trata de reproducir también el del SL original. El resultado no es tan convincente, en parte porque el volante y algunos botones proceden de los Mercedes Clase C y E, detalles poco acordes con su exclusividad.
Como es habitual en los superdeportivos, se va sentado muy bajo y con las piernas estiradas. El largo morro, que se ve más que la carretera, supone más de la mitad del coche y alberga el poderoso motor 6.3 V8 de 571 CV, que envía la potencia a las ruedas traseras a través del cambio de siete marchas. Sus prestaciones dejan pequeñas hasta las mejores autopistas y sólo se pueden disfrutar a fondo en un circuito. Y es que acelera de 0 a 100 km/h en 3,8 segundos, llega a 200 en menos de 12 y sigue empujando con contundencia hasta alcanzar la velocidad máxima: 317 km/h. Además, el motor emite un sonido grave y profundo que acentúa aún más las sensaciones. Sin embargo, y a pesar de su potencia y velocidad, ofrece un consumo medio muy meritorio de 13,2 litros, menos que cualquier automóvil semejante. Las claves: sus siete marchas, la aerodinámica y, también, un peso comedido de 1.620 kilos. Su carrocería de aluminio pesa sólo 241 kilos y es unos 100 más ligera que una de acero normal. En el circuito californiano de Laguna Seca se pudo comprobar su impresionante empuje y dinamismo, con unas aceleraciones y agarre en curva que desafían los límites de la física. Los enormes frenos, con unos discos del tamaño casi de una paellera, están a la altura y detienen al coche con gran poderío.
Como sucedió con el original, Mercedes espera que Estados Unidos acapare el 80% de las ventas, mientras Reino Unido, Alemania y Emiratos Árabes se repartirán casi todo el 20% restante. A España llegarán 25 unidades. El precio: 198.150 euros.
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