El Centro de experiencias de Michelin de Almería (CEMA) acaba de cumplir 50 años. Para una gran mayoría esta será la primera vez que oiga hablar de este extraordinario complejo que la marca francesa de neumáticos tiene en el sur de España, en concreto, en el Cabo de Gata.
Esta instalación se engloba dentro de los nueve centros de innovación que tiene Michelin repartidos por el mundo, pero destaca por ser la más importante de Europa. Hay que destacar que en este laboratorio se ponen a prueba, en las condiciones más exigentes, los neumáticos que la firma francesa produce.
Tal y como comenta su director, Jorge Pato Elgoibar: “Las fábricas de Michelin repartidas por el mundo producen los neumáticos, en estas instalaciones los destrozamos. Los sometemos a las peores pruebas posibles para conocer sus límites”. Esta es una buena definición de lo que es el CEMA. Es el campo de tortura para los neumáticos más duro del Viejo Continente. Aunque hay mucho más.
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La importancia del Cabo de Gata
Se trata de una zona con un microclima particular que ofrece el nivel pluviométrico más bajo de Europa (solo 200 milímetros de lluvia al año) y unas temperaturas altas, ofreciendo las condiciones ideales para desarrollar los programas de pruebas y evaluación a los que se someten los nuevos neumáticos antes de ser lanzados al mercado.
El recinto ocupa más de 4.500 hectáreas y disponen de una superficie total construida que supera los 60.000 metros cuadrados. El complejo de 55 pistas especializadas, por su parte, goza de más de 100 kilómetros de longitud y ofrece todo tipo de superficies diferentes para los neumáticos. En ellas más de 250 vehículos recorren al año alrededor de 20 millones de kilómetros al año.
Actualmente, en el CEMA, trabajan más de 170 expertos altamente cualificados que ponen a prueba las limitaciones de todo tipo de neumáticos en prestaciones tan diversas como la adherencia en distintos tipos de suelo, el confort, la resistencia a las agresiones y al desgaste o su comportamiento ante choques o en situaciones de alta temperatura, entre otras muchas variables.
Medio siglo de historia
A finales de la década de los 60, François Michelin, presidente de la compañía por aquel entonces, buscaba construir un complejo —con unas condiciones climáticas muy concretas— en el sur de Europa para implantar un nuevo centro de pruebas, y tras una incesante búsqueda fue el Cabo de Gata el que reunió las condiciones ideales.
El 2 de enero de 1973 el CEMA queda inaugurado oficialmente, en un principio destinado a la experimentación con neumáticos de obra pública y minería. Comenzaron la andadura una plantilla de 59 personas, seis vehículos de prueba y una única pista de ensayos de 3,5 kilómetros. En 1977 ya funcionaba la primera pista para realizar pruebas de forma automática, lo que supuso un gran avance, al permitir utilizar por primera vez vehículos sin conductor.
No es hasta mediados de los años 80 cuando comienzan las pruebas de neumáticos para turismos, camionetas y aviones. Además, poco después, se inician los análisis no destructivos mediante rayos X y ultrasonidos. No es hasta 1992 que las pruebas de rodaje en pista se complementan con ensayos en carreteras públicas para probar neumáticos, tanto de turismo como de camión, en situaciones de conducción reales.
Neumáticos gigantes
Una de las puntas de lanza del CEMA en la actualidad, los neumáticos gigantes, comienzan sus pruebas en el año 2000. Estos han sido desarrollados para las enormes máquinas que trabajan en las minas al aire libre y son la cúspide de la producción de Michelin. Unas gomas de más de 4 metros de diámetro y 5,6 toneladas de peso por unidad que se instalan en las llantas de 63 pulgadas del CAT 797, el dumper más grande del mundo.
Como curiosidad, estas gomas tienen un precio de 160.000 euros por unidad, el Caterpillar 797F, el vehículo más grande actualmente sobre la faz de la tierra, cuenta con seis neumáticos de este tamaño, por lo que un cambio completo de gomas se eleva hasta los 960.000 euros. Además, una unidad de este modelo de dumper se encuentra en las instalaciones del CEMA, el único en toda Europa, que se usa para la investigación y pruebas.
Futuro sostenible
Con la necesidad de reducir el impacto medioambiental de los neumáticos y con el foco puesto en el año 2050, desde Michelin se está trabajando en tres puntos muy definidos: la reducción de materiales en la construcción de los neumáticos, el aumento de la eficiencia energética y el menor consumo a la hora de reducir la resistencia a la rodadura.
Como se comenta, el objetivo está puesto en 2050. En esa fecha la marca francesa deberá producir neumáticos 100% sostenibles, fabricados con materiales reciclados o de origen biológico. En la actualidad cuentan con un 30% y en 2030 tienen previsto alcanzar un 40% de componentes sostenibles en sus ruedas y aumentar la eficiencia energética en hasta un 10% en comparación con 2020, sin comprometer las prestaciones.
Para ello, la firma francesa cuenta con más de 6.000 expertos dedicados a desarrollar los neumáticos más avanzados y unas inversiones anuales de más de 698 millones de euros en investigación y desarrollo. De esa inversión anual, el CEMA cuenta con 170 millones para seguir sometiendo a las ruedas a las peores pruebas posibles.
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