Cuando Ómicron era un autobús con motor de carreras

La última variante de la covid se ha hecho famosa por su poder de contagio, pero hubo un tiempo en que Ómicron daba nombre un modelo de Lancia.

Ómicron
El vehículo bautizado como Ómicron por Lancia en los años 20.

Ómicron es una letra del griego arcaico que dio origen a la O del alfabeto latino. Lancia, la centenaria marca de automóviles turinesa que aún pervive bajo el paraguas del Grupo Stellantis, ha tenido especial predilección por las letras griegas para nombrar a sus modelos y así se han sucedido históricos vehículos que han ido rubricando con el tiempo la historia de Lancia (Alfa, Lambda, Kappa, Beta, Delta o Ypsilon).

Remontándose a los años 20 del siglo pasado también aparece un Lancia llamado Ómicron, que poco tiene que ver con los modelos más recientes del fabricante italiano y mucho menos con la variante del covid-19 del mismo nombre que asola el mundo en nuestros días.

El Lancia Ómicron era un autobús, o mejor dicho un microbús de 8,3 metros de largo, que tenía también una versión larga (9,5 metros) y que fue carrozado en los famosos talleres de los hermanos Macchi, en la localidad de Varese.

Mecánica desacertada

Heredó una mecánica derivada de los ya famosos coches de carreras de la marca y la adoptó en forma de un imponente motor de gasolina con seis cilindros y siete litros de cubicaje. Una elección que pocos años después se revelaría como un gran error pues registraba consumos muy elevados. Con la llegada de la terrible crisis económica de 1929, el precio de la gasolina se acrecentó de una manera tan prohibitiva que la hizo inviable para su uso en el transporte público.

Entonces, el autobús de pasajeros que realizaba habitualmente trayectos de línea por Roma y sus alrededores, tuvo que adoptar el gasóleo como combustible y cambió sus enormes motores de gasolina por unos entonces revolucionarios diésel de dos tiempos con dos cilindros y cuatro pistones patentados por el fabricante aeronáutico alemán Junkers.

Pero al poco tiempo se mostraron poco potentes para ascender por las colinas romanas con el Ómicron cargado de pasajeros y se volvieron a cambiar por otros similares pero esta vez con tres cilindros y un mayor cubicaje.

El Lancia Ómicron tiene además un hito innovador en su poder, ya que fue uno de los primeros vehículos de Italia en ser adaptado para funcionar con gasógeno, un gas obtenido de la simple combustión del carbón o la madera. Más tarde, y después de la Segunda Guerra Mundial, la flota de Ómicron fue dotada de motores diésel convencionales y siguió prestando servicio hasta 1957, año en que los últimos autobuses de este modelo fueron retirados de la circulación.

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