La historia del Citroën 2CV está llena de anécdotas. Los campesinos de la Francia rural de la época demandaban a André Citroën una bandeja guantera para transportar las ‘baguettes’ o suspensiones que permitieran trasladar cestas de huevos sin romperse. La Segunda Guerra Mundial paró el lanzamiento, pero en 1948 por fin veía la luz uno de los automóviles más icónicos de la historia.
Ahora, 75 años después, se acaba de subastar en el Château d’Artigny un ejemplar de Dos Caballos construido en madera. Es una obra del carpintero Michel Robillard, que buscó la mejor combinación de maderas tanto para el interior como para la carrocería, evitando que ascendiera mucho el peso final del conjunto.
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Un modelo de 1957
El automóvil usado como base para efectuar esta sorprendente preparación es un ejemplar AZLP de 1957, que equipaba el nuevo motor de la marca con la cilindrada aumentada a 425cc. Rinde 12 CV y le permite alcanzar los 70 km/h.
En esta versión, el maletero incorporaba una portezuela y de este modo se rediseñó la capota: se prolongaba solo hasta el borde superior del baúl, y no hasta el inferior, como en las versiones anteriores. Además, se sustituyó el material de la capota, pasando a ser de plástico.
El más caro de la historia
Según su propietario, se decidió por las maderas de árboles frutales como el manzano, el peral y el nogal, con las que dio forma a la carrocería y al interior. Este tipo de madera consiguió elevar en solamente 15 kilos más el peso de un Dos Caballos estándar. Al final, esta obra de arte sobre ruedas ha sido subastada esta semana por 210.000 euros.
El anterior récord mundial para un Citroën 2 CV estaba en 172.000 euros. Por su parte, el carpintero Michel Robillar declaró después de la subasta: “Le dediqué cinco años de mi vida, 5.000 horas de trabajo, de pasión, de día y, a veces, de noche. Y el 2CV salió de mi taller rodando en septiembre de 2017”.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.