Ha tardado en unirse a la fiesta, pero finalmente Ferrari ha presentado el primer SUV de su historia, el Ferrari Purosangue. El movimiento, que podría ser considerado un sacrilegio por parte de los más puristas, sigue la tendencia a la que ya se han sumado rivales como Lamborghini o Aston Martin y que ha demostrado ser todo un éxito.
La firma de Maranello, a pesar de pasar por el aro, lo ha hecho a su manera, creando un todocamino que tiene mucho de deportivo, buscando respetar el ADN y la filosofía de la marca.
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Es algo que queda patente ya desde su diseño. Exhibe músculo, pero busca, dentro de los posible, ser estilizado. Es un modelo de gran tamaño, con una longitud de 4,97 metros, una anchura de 2,02 metros y una altura de 1,59 metros; además de pesado, pues alcanza los 2.030 kilos, aunque su reparto de pesos es casi perfecto, 49/51.
Un Ferrari de diseño incisivo
El esculpido frontal cuenta con una entrada de aire de tamaño considerable en el paragolpes, mientras que los grupos ópticos tienen un tamaño muy contenido.
La parte delantera es muy incisiva y los pasos de rueda, aunque definidos, no sobresalen de la altura del capó. Calza unas enormes llantas, de 22 pulgadas en el eje delantero y de 23 en el trasero, enmarcadas en unas protecciones hechas de fibra de carbono.
En la vista lateral la marca italiana ha conseguido que el Purosangue parezca un tres puertas porque ha prescindido del pilar B central, lo que le da una imagen muy limpia. Las puertas delanteras se abren de manera convencional, mientras que las traseras son de apertura suicida (en orden inverso a la marcha) y llegan a un ángulo de hasta 79 grados, lo que facilita mucho el acceso.
Dos pantallas en el salpicadero
El habitáculo presenta una configuración de cuatro plazas, con asientos independientes que cuentan con ajuste eléctrico y son calefactables. La parte delantera es peculiar, puesto que prescinde de una pantalla central al uso, diferenciando claramente la que va dedicada al conductor, que hace las veces de cuadro de instrumentos, y la que está situada delante del copiloto.
A pesar del corte cupé de la carrocería, a juzgar por las imágenes parece que los ocupantes disfrutaran de bastante espacio, mientras que el maletero tiene una capacidad de 472 litros.
Un motor de la vieja escuela
La firma también ha dejado claras sus intenciones con la elección del motor. Bajo el capó cuenta con un bloque 6.5 V12 atmosférico que desarrolla 725 CV y 716 Nm de par máximo. Se combina con una caja de cambios automática de 8 velocidades y doble embrague, así como un sistema de tracción integral.
Gracias a ello es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 3,3 segundos, de 0 a 200 km/h en 10,6 segundos y de alcanzar una velocidad máxima de 310 km/h.
Además, cuenta con un sistema de frenos Brembo con discos carbocerámicos de 398 x 38 mm en el eje delantero y de 380 x 34 mm en el eje trasero, dirección a las cuatro ruedas y emplea el primer sistema de suspensión activa de la historia de Ferrari, que, gracias a una red eléctrica de 48V, ajusta la altura del Ferrari Purosangue al momento para adaptarse a la carretera.
Rivales de primer nivel
A falta de McLaren, el resto de marcas de lujo y de deportivos ya tienen un súper SUV en sus filas. El Lamborghini Urus fue el que abrió la veda, un éxito de ventas que recientemente se ha renovado para llegar hasta los 666 CV; el Bentley Bentayga Speed, de 635 CV, siempre ha estado en liza por el título de SUV más rápido del mundo, pero hace solo unos meses el Aston Martin DBX 707 llegó con sus 707 CV para establecer la marca a batir (y que iguala el Ferrari): 310 km/h.
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