Si ayer al leer el artículo del Clase S Cabrio pensaste “menuda máquina”, es curioso ver como la propia Mercedes, de la mano de AMG, es capaz de hacer parecer un juguete a su descapotable de 455 CV.
Y es que la variante básica del modelo se queda corta comparada con su hermano mayor, el AMG S 63 Cabrio. Esta bestia monta un motor 5.5 V8 que entrega 585 CV a 5.500 rpm y un par máximo de 900 Nm disponible entre las 2.250 y las 3.750 que se distribuye en una proporción 67/33 entre ambos ejes. El bloque va asociado una caja de cambios AMG Speedshift de siete relaciones con tres modos de conducción distintos: C, S y S+.
El peso del conjunto, con el depósito lleno al 90%, es de 2.210 kg, calza llantas de aleación ligera de 19 pulgadas, aunque de manera opcional pueden ser forjadas de 20; los neumáticos tienen unas dimensiones de 255/45 R19 (delante) y 285/40 R19 (detrás), y cuenta con suspensión neumática Airmatic con dos modos de funcionamiento (Comfort y Sport) y que permite elevar la carrocería hasta 30 mm.
Con todo esto dicho, el AMG S 63 Cabrio acelera de 0 a 100 km/h en 3,9 segundos, tiene una velocidad máxima limitada electrónicamente a 250 km/h y homologa en ciclo mixto un consumo de 10,4 l/100 km.
Estéticamente también varía respecto a su hermano, luciendo una parrilla con doble listón cromado, llantas específicas, logos AMG, difusor acabado en negro y varios detalles cromados como el splitter delantero, las taloneras y las dos salidas de escape dobles.
Se podrán realizar pedidos a partir de diciembre, pero las primeras entregas tendrán lugar durante el segundo trimestre de 2016.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.