Si bien la película ‘Ferrari’ se ha estrenado esta semana (protagonizada por Adam Driver y Penélope Cruz), la historia de Enzo Ferrari comenzó hace 126 años. Una historia digna de película, pues la biografía de Enzo parece extraída de una narración imaginada. Pero su leyenda es tan real como los fabulosos coches que lucen un caballo encabritado sobre el capó.
El protagonista de esta apasionante historia vino al mundo el 18 de febrero de 1898 en Módena (Italia) y era hijo de un herrero que fabricaba viguetas metálicas. Se formó profesionalmente en la escuela técnica de su ciudad y se introdujo en la mecánica trabajando en el taller de su padre que, ante la llegada de los primeros automóviles, había adaptado para su reparación.
Más información
Al estallar la I Guerra Mundial tuvo que interrumpir sus estudios. Y además el infortunio golpeó doblemente a la familia Ferrari porque tanto su padre Alfredo, que ya desde pequeño le llevaba a ver carreras de coches, como su hermano murieron por la pandemia de gripe que padeció Europa durante aquellos años.
Movilizado por la contienda, por su anterior experiencia el adolescente Enzo fue entonces destinado a herrar los mulos de carga del ejército italiano.
Enzo Ferrari, el conductor
Una vez terminada la guerra, intentaría sin éxito que le contrataran en la importante fábrica de Fiat en Turín. Entonces comenzó a trabajar como conductor en una empresa dedicada a recuperar los camiones militares Lancia desechados tras el conflicto y convertirlos en turismos para un uso civil.
El joven Enzo tenía encomendado llevar los chasis, una vez despojados de su cabina y caja de transporte, y conducirlos por carretera hasta un carrocero de Milán para allí poder completar su transformación. Una actividad que, además de gustarle, le otorgaría una gran experiencia al volante.
Durante uno de esos viajes a Milán conoció a Ugo Sivocci, un exciclista y piloto de carreras que le introdujo en el mundo de la competición que desde muy pequeño tanto le atraía. Gracias a su nuevo amigo y aprovechando sus demostradas dotes para la conducción, sería contratado en 1919 como piloto de pruebas de la marca CMN (Costruzioni Meccaniche Nazionali).
Piloto de Alfa Romeo
Al mudarse a Milán, germen geográfico de la floreciente industria automovilística italiana, Ferrari entró en contacto directo con numerosos directivos e ingenieros que trabajaban para las marcas y, aún más importante para él, con los pilotos de carreras que siempre había admirado.
De esta forma se inició en su vida un intenso periodo ligado a la competición en el que al principio se puso al volante de coches como el CMN 15/20 o el Isotta Fraschini 4500. Tras destacar en carreras tan importantes como la Targa Florio y contra pilotos de la talla de Antonio Ascari, la propia marca Alfa Romeo se hizo con sus servicios, iniciando en su vida una victoriosa etapa en la que llegó a superar en carrera a la todopoderosa escuadra Mercedes y batirse por la victoria con leyendas del automovilismo de la talla de Tazio Nuvolari.
Al mismo tiempo, y siempre con una creciente visión comercial, a principios de los años 30 fundaría la Scudería Ferrari destinada a apoyar a los mejores pilotos privados que corrían con la marca Alfa Romeo. Una sociedad que no dejaba de ser una filial de la marca milanesa pero que con el tiempo se independizó y trasladó de Módena a Maranello, donde todavía se encuentra la sede de la actual Ferrari.
El primer modelo de la marca
El éxito y la fama abrieron los ojos al perspicaz Enzo. Recibió el título de Cavaliere de la República, empezó a codearse con la alta sociedad y, en uno de esos encuentros, la condesa Paolina Baracca le concedió el derecho a utilizar en los coches de la escudería el emblema de su hijo Francesco, famoso aviador derribado durante la guerra. Desde entonces, un caballo encabritado acompañará siempre a Ferrari.
Ferrari, Il commendatore
Sin embargo, al llegar los años 30 Enzo Ferrari decide abandonar súbitamente la competición. Aunque sin desligarse de ella ya que seguiría dirigiendo la escudería Alfa Corse hasta 1938. Excelente piloto y experto mecánico fascinado por los motores, Ferrari era ante todo un hombre de empresa por lo que empezó a ser conocido como el commendatore por sus dotes de mando y organización.
Al inicio de los 40, se abrió otra etapa en la trayectoria de Ferrari. Aprovechando toda la experiencia acumulada durante ese tiempo como piloto y director deportivo, Ferrari decidió fabricar su propio automóvil de carreras bajo una marca que había fundado al efecto, Auto-Avio Costruzioni.
Fue bautizado como 815 Spider y llevaba un motor 1.5 de ocho cilindros conformado por dos bloques acoplados de origen Fiat. Toda una declaración de intenciones de cómo el commendatore concebía el automovilismo.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, Twitter o Instagram