A finales de los años cincuenta, en España el panorama automovilístico era muy pobre, por no decir paupérrimo. Salvando las excepciones de algunos coches de importación que muy pocos se podían permitir y los Seat 1400 que en su mayor parte estuvieron destinados a servir como vehículos oficiales o taxis, muy pocas familias podían permitirse comprar un turismo.
Para estas últimas, las únicas opciones de motorizarse se limitaban a las motos con o sin sidecar, los micro coches como los Isetta o “Huevo”, el por entonces famoso Biscúter y alguno más de dimensiones parecidas y fabricación artesanal. Un escenario que sin embargo cambiaría para siempre a partir de 1957.
Aquel año, la Sociedad Española de Automóviles de Turismo (SEAT) inició la producción del 600, un modelo fabricado bajo licencia de Fiat. La empresa española, dependiente del Instituto Nacional de Industria (INI), ya mantenía desde 1953 un acuerdo con la marca italiana y, siguiendo con las políticas diseñadas en los planes de desarrollo, recibió órdenes directas del Gobierno para iniciar la producción a gran escala de un vehículo popular para satisfacer las necesidades de la población.
Presentado en 1957
El modelo se basaría en un Fiat ya existente que era el 600 original, presentado dos años antes en el Salón de Ginebra y diseñado por Dante Giacosa con el objetivo de popularizar el automóvil en la empobrecida Italia de postguerra.
Era un coche muy innovador, ya que inauguraba en la marca el concepto “todo atrás” (motor y transmisión) y disponía de una moderna carrocería monocasco autoportante que aligeraba el conjunto y facilitaba su producción en serie.
Diferenciándose del modelo italiano por diversos detalles estéticos, el Seat 600 fue presentado oficialmente en 1957 y, durante los 17 años que estuvo en producción, sentó las bases de la futura industria del automóvil en España.
Utilitario de cuatro plazas
Se trataba de un coche de concepto utilitario, compacto de cuatro plazas (aunque en él solían viajar más ocupantes) y 3,29 metros de largo. Llevaba un motor de cuatro cilindros y 633cc (el nombre del modelo hacía referencia a su cilindrada) que rendía una potencia de 21,5 CV que le permitían alcanzar los 95 km/h.
Con estos mimbres y con un precio de 65.000 pesetas (391 euros), el Seat 600 pronto se convirtió en un codiciado objeto de deseo para la inmensa mayoría de las familias españolas.
Adquirir un “pisito” y un “Pelotilla”, como cariñosamente se apodó al 600, era el sueño de muchos españoles por aquella época.
Aunque, tanto para lo uno como para lo otro, había que estar dispuesto a endeudarse durante larguísimos años y pagar un sinfín de letras, además de esperar unas entregas que, en el caso del 600, podía demorarse hasta dos años.
Puertas «suicida»
Gracias al 600 muchos españoles conocieron entonces la libertad de viajar en su propio coche por la carretera, todavía sin asfaltar en muchos tramos comarcales. Llegaron entonces las escapadas de fin de semana, los veraneos en la costa y las ventajas de disponer de un transporte personal fiable para acudir al trabajo habitual.
El 600, a pesar de ser de dimensiones reducidas y ser especialmente ágil en ciudad, estaba muy bien diseñado y aprovechaba al máximo el espacio disponible.
No era raro verlo en carretera con familias enteras y su equipaje repartido entre la “baca” del techo y el exiguo maletero delantero, que contenía también la rueda de repuesto, el depósito de gasolina de 27 litros, las por entonces imprescindibles herramientas y los repuestos por entonces habituales como era la correa de dinamo, que también accionaba la bomba de agua del radiador.
Además, la accesibilidad a las plazas traseras estaba bien resuelta a pesar de contar con solo dos puertas, pero de gran tamaño y que se abrían en un ángulo de 90 grados. Aunque su disposición “suicida” con apertura en contra del sentido de marcha resultaba peligrosa y se modificó a partir de 1970, fijando las bisagras ya desde entonces al marco delantero.
Versión descapotable y furgoneta
A lo largo de su venerable historia, el Seat 600 evolucionó a través de cuatro generaciones, 600 (1957), 600 D (1963), 600 E (1969) y 600 L Especial (1972), mejorando sucesivamente aspectos de su mecánica, prestaciones, autonomía y detalles de equipamiento.
Asimismo, el 600 sirvió como base a versiones especiales como la descapotable con un techo de lona plegable y la Formichetta, un furgón comercial de carrocería sobredimensionada.
En total se produjeron 800.000 unidades del 600 y el 3 de agosto de 1973 salió el último ejemplar de la cadena de montaje en la Zona Franca (Barcelona), cerrándose así un capítulo decisivo en la historia de la automoción española.
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