Una semana de vigilancia intensiva: multas de hasta 1.000 euros y concienciación en silla de ruedas

Un hombre en silla de ruedas con un chaleco amarillo recibe al conductor después de que una patrulla de la Guardia Civil lo haya parado en un control de alcoholemia. Debe soplar en el etilómetro y oír después una historia descalabrante narrada en primera persona: a veces los siniestros viales tienen como consecuencia una vida con limitaciones. La causa, muchas veces, es el alcohol, presente en 2023 en el 26% de los accidentes con víctimas mortales en España y en el 13% de los siniestros registrados.

Como otros años, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha puesto en marcha una semana específica de vigilancia del consumo de alcohol al volante con el apoyo de la Federación Nacional de Lesionados Medulares y Otras Discapacidades Físicas (ASPAYM). Sus voluntarios acompañarán a los guardias civiles desde este lunes hasta el domingo 20 de julio para dar forma a la estrategia clásica de la DGT: vigilancia y un chispazo de concienciación. Tráfico realizará más de 30.000 pruebas diarias de alcohol y drogas.

El alcohol es “la segunda causa de siniestralidad vial”, ha recordado este lunes la DGT, solo por detrás de las distracciones y por delante de la velocidad, y ha subrayado que conducir después de haber ingerido alcohol supone comprometer la propia seguridad y la del resto de usuarios de la vía. “La única tasa segura de alcohol al volante es 0,0%”, ha insistido Tráfico.

Alcohol y conducción

Diversos estudios han demostrado que en los siniestros con presencia de alcohol las lesiones suelen ser más graves, debido, en parte, a que sus efectos están asociados a comportamientos de riesgo, como la conducción temeraria, los excesos de velocidad y la falta de uso del cinturón de seguridad, entre otros. 

El alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central y entorpece al conductor: empeoran el tiempo de reacción, la coordinación y la capacidad de juicio. Después de haber bebido, los automovilistas subestiman la velocidad propia y de la de los demás vehículos, calculan peor las distancias y su estado emocional queda afectado.

Aparecen la euforia, la despreocupación y una “falsa sensación de seguridad”,  incluso “con tasas de alcoholemia dentro del margen legal permitido”, sostiene la DGT, que recomienda  no subirse a un coche conducido por alguien bajo los efectos del alcohol o las drogas y, en la medida de lo posible impedir que coja el coche alguien que haya consumido.

La nueva tasa de alcoholemia

El Congreso de los Diputados está tramitando la reforma de la ley que propone reducir a 0,1 miligramos la tasa máxima de alcohol permitida al volante (en un litro de aire espirado) con el objetivo de reforzar la seguridad en las carreteras y disminuir el número de víctimas, pero la DGT anima a adelantarse a la normativa. “Si decides no consumir ni una sola gota de alcohol, estarás contribuyendo desde hoy mismo a prevenir siniestros y salvar vidas”, asegura el organismo dirigido por Pere Navarro.

Entre tanto, la tasa máxima actual en el alcoholímetro es de 0,25 miligramos y de 0,15 para conductores noveles o profesionales. 

Sanciones por beber o tomar drogas 

La multa por conducir con una tasa de alcohol superior a 0,25 miligramos y hasta 0,50 miligramos por litro de aire espirado es de 500 euros, con una retirada de cuatro puntos del carnet de conducir. Si se superan los 0,50 miligramos, la sanción es de 1.000 euros y una pérdida de seis puntos. 

El castigo para los conductores reincidentes es siempre de 1.000 euros, y pierden cuatro o seis puntos en función de la tasa. Y un resultado superior a los 0,60 miligramos de alcohol se considera delito contra la seguridad vial, con una pena de entre tres y seis meses de prisión. 

Conducir con presencia de drogas en el organismo se sanciona con 1.000 euros y seis puntos, mientras que hacerlo bajo la influencia de las drogas es un delito que se castiga con penas de entre tres y seis meses de cárcel.