De lunes a viernes permiten ir al trabajo en modo eléctrico. Y, en función de la autonomía que aporten las baterías, el consumo puede ser cero o, al menos, muy inferior al de las alternativas más eficientes, ya sean diésel o híbridas. Después, en el fin de semana o los viajes, funcionan como un coche convencional, con su motor térmico y su depósito, que otorgan un radio de acción sin limitaciones: se repostan en tres minutos en cualquier gasolinera. Así son los coches híbridos enchufables (o PHEV por sus siglas en inglés), que reúnen los mejor de los dos mundos: las emisiones cero de los eléctricos y el radio de acción de los térmicos. Además reciben la etiqueta Cero de la DGT, que permite acceder a las ciudades sin restricciones y estacionar también sin coste.
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Los automóviles híbridos enchufables presentan también inconvenientes, como un precio todavía elevado. Pero son la mejor opción de la oferta actual para compatibilizar, en un único vehículo, respeto al entorno, funcionalidad familiar y movilidad de largo recorrido. La oferta en España está en plena expansión, y se ha doblado casi en el último año.
Cuestan más que sus equivalentes de gasolina o gasóleo, pero menos que los eléctricos de su tamaño, y ofrecen un servicio más completo que todos ellos. La mayoría son de dimensiones medias y grandes, aunque se proponen también modelos más compactos. Y hay, asimismo, variedad de carrocerías para elegir: SUV, ranchera, berlina, cinco puertas… Incluso empiezan a llegar con siete plazas, una oferta inexistente hasta ahora entre estos vehículos.
Consumos casi mágicos
El consumo es uno de los aspectos más llamativos de los híbridos enchufables: la mayoría anuncia un consumo oficial de poco más de un litro. Pero tiene su truco, porque el registro se refiere solo a los primeros 100 kilómetros recorridos, y siempre que se empiece con las baterías cargadas, que aportan de media unos 50 kilómetros de rango. Aunque los últimos estrenos están ya en 80 e incluso 100.
En el uso diario urbano es factible no consumir combustible o que el gasto sea mínimo, a condición de que se recarguen en casa por la noche o durante el día en la oficina. En los viajes, en cambio, tras los 100 kilómetros iniciales el consumo subirá notablemente, superando a los modelos de gasóleo e híbridos, e incluso a los de gasolina, porque el coche arrastra el peso extra del módulo eléctrico, unos 150 kilos, sin apenas disfrutar sus ventajas, salvo si se aprovecha cualquier parada para recargarlo: apenas tardan 30 minutos en un poste rápido.
Aparte del consumo en viajes y el peso adicional —que casi no se aprecia, salvo en zonas muy viradas—, la otra pega es el maletero, porque las baterías restan capacidad. Varía mucho en cada modelo (puede perder 50 litros o 200), por lo que antes de comprar, conviene comprobar si la zona de carga es suficiente para lo que se necesita.
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