Con el paso del tiempo y las mejoras en seguridad, es complicado que un vehículo se incendie. Es difícil, pero no imposible. Y es aquí donde se genera uno de los grandes debates del mundo del motor: ¿los coches eléctricos tienen más riesgo de arder? La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) responde.
Para ello, recoge una serie de estudios que se han llevado a cabo en Estados Unidos, Australia y en algunos países nórdicos: allí donde el número de coches eléctricos es más amplio que en España, donde representan, aproximadamente, un 5% del mercado.
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Estos informes confirmar que el riesgo de sufrir un incendio en un coche eléctrico es mucho más bajo que uno de combustión, alimentado por diésel o gasolina. Teniendo en cuenta que ambos con carburantes muy inflamables, estos vehículos tienen un riesgo 10 veces mayor de empezar a arder.
La gran diferencia: la extinción
En los coches eléctricos, los problemas llegan cuando ya se ha producido el incendio. ¿La razón? Es más complicado sofocarlo que si se produce en uno de gasolina o en un diésel y se tarda más tiempo en extinguirlo. Tanto es así que para apagar estos últimos se necesitan unos 2.700 litros de agua: un modelo de baterías requiere 10 veces más.
Y no sólo eso. El protocolo que deben aplicar los bomberos es diferente. En España no hay una directriz específica para actuar en estos casos. La mayoría de las veces, se emplea espumógeno de extinción de incendios porque sofoca el fuego mejor que el agua sola.
Apagar el incendio de un coche eléctrico resulta más complicado que el de un vehículo de combustión, ya que los componentes de las baterías arden durante horas e, incluso, se pueden reactivar cuando ya están controlados.
¿Por qué se incendia un coche eléctrico?
Explica la OCU que, normalmente, se debe a dos causas. La primera de ellas sería un daño o un desperfecto sufrido en las baterías. La segunda es una perforación en la misma, ya que suelen estar ubicadas en la parte baja del coche. No obstante, los coches eléctricos suelen llevar protección reforzada en esa zona.
En ambos casos, cuando el separador que hay entre ánodo y cátodo se rompe o se derrite, desencadena una reacción química en el litio. Es entonces cuando se libera una enorme cantidad de calor junto con dióxido de carbono y otros gases nocivos, que dan lugar al fuego. Eso sí, la explosión espontánea de las baterías es improbable.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.