Uno de los principales desafíos para la electrificación a gran escala del parque automovilístico reside en la autonomía de los vehículos eléctricos, un factor que, a menudo, se percibe como inferior en comparación con la que ofrecen los modelos de combustión interna. Si bien los coches de gasolina o diésel pueden recorrer cientos de kilómetros con un solo repostaje que apenas toma unos minutos realizarlo, los vehículos eléctricos todavía generan cierta incertidumbre debido a la menor distancia que pueden cubrir con una carga completa y a los tiempos de recarga más prolongados.
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Un reciente estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha encendido las alarmas en el sector del vehículo eléctrico. Según sus hallazgos, la autonomía media anunciada por los fabricantes de coches eléctricos es, en promedio, un 15% superior a la autonomía real que se calcula a partir del consumo homologado del vehículo y la capacidad de su batería. Esta revelación surge de un exhaustivo análisis que abarcó 31 marcas diferentes, detectando diferencias que oscilan entre un 9% y un 22%.

La trampa del ciclo WLTP
Pero, ¿cómo es posible esta discrepancia? La explicación radica en el propio protocolo internacional WLTP (Procedimiento Mundial Armonizado para Ensayos de Vehículos Ligeros), empleado para la homologación de vehículos en la Unión Europea. Este protocolo permite a las marcas medir el consumo en condiciones que, si bien son legales, resultan idóneas: a una temperatura ambiente de 23 °C, la más favorable del ciclo WLTP, y sin considerar las pérdidas energéticas durante el proceso de carga.
Tras analizar los modelos eléctricos que se venden en el mercado español, la OCU ha dado la voz de alarma sobre la diferencia entre los datos homologados por el fabricante y su estudio. Como ejemplo, una marca anuncia 376 kilómetros de autonomía en uno de sus modelos; los cálculos de la OCU arrojan 328 kilómetros. Una diferencia de 48 kilómetros, o lo que es lo mismo, ese 15% de desajuste promedio.

Solicitud de una información honesta
Esta práctica, aunque extendida entre todas las marcas, genera una evidente desconfianza en el consumidor y podría frenar la adopción del coche eléctrico. La OCU, firme en su compromiso con la información veraz, exige que se utilicen los datos completos del consumo del vehículo según el protocolo WLTP, sin retoques que mejoren artificialmente las cifras.
Además, consideran crucial que los fabricantes informen también sobre la autonomía en autopista, que suele ser la más reducida pero la más relevante para los conductores en viajes largos. Al fin y al cabo, la autonomía en ciudad tiene menor importancia, dado el menor consumo y la improbabilidad de agotar la batería en un solo día.

Apuesta por la electrificación
A pesar de esta advertencia, la OCU mantiene su apuesta por el coche eléctrico. Destacan sus beneficios ecológicos, el acceso sin restricciones a las zonas de bajas emisiones y un coste por kilómetro cada vez más competitivo. Sin embargo, para fomentar realmente la movilidad sostenible, la organización insiste en la necesidad de mejorar la infraestructura de recarga, impulsar la instalación de cargadores y asegurar que el pago sea posible con efectivo, tarjeta o con una aplicación única.
También urgen al Gobierno a optimizar la gestión de las ayudas del Plan Moves, automatizándolas para que el descuento se aplique directamente en la compra. La sostenibilidad, subraya la OCU, no debe ser un privilegio, sino una opción accesible para todos los ciudadanos.
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