Los coches eléctricos han traído consigo muchos cambios a los que el conductor promedio no está acostumbrado. Autonomía, tiempos de recarga y tipos de recarga son conceptos completamente nuevos, pero incluso elementos ya conocidos son distintos en este tipo de vehículos, como por ejemplo ocurre con los neumáticos.
Las ruedas de los coches eléctricos, aunque sean similares a las de los modelos de combustión, tienen una serie de características específicas que derivan de las particularidades de los automóviles de cero emisiones.
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Así, conviene empezar por las características de estos:
- Más pesados: la presencia de los componentes eléctricos, especialmente de las baterías, hace que los cero emisiones tengan un peso más elevado que un modelo térmico equivalente
- Más par: la entrega de potencia y par máximo de un eléctrico es inmediata, no progresiva como en un coche de combustión
- Autonomías más cortas: en términos generales el rango de acción de un automóvil de baterías es menor que el de un gasolina o diésel
Estos tres aspectos están íntimamente relacionados con las propiedades que tienen los neumáticos de los coches eléctricos.
El hecho de tener que soportar más peso hace que se desgasten más rápido que un modelo térmico, algo a lo que también contribuye la entrega inmediata de la potencia y el par, puesto que las arrancadas son más rápidas y repentinas, algo que también acelera el desgaste de las gomas.
Por último, dado que en los cero emisiones se busca lograr la máxima autonomía posible, los neumáticos juegan un papel clave. Se emplean componentes que consigan una baja resistencia a la rodadura, algo que permite lograr kilómetros extra con la misma batería.
Por último, dado que estos automóviles son muy silenciosos, también se intenta que sus ruedas hagan el menor ruido posible, situándose en torno a los 68 decibelios lo que se considera que es un neumático silencioso.
El problema de los neumáticos de los coches eléctricos
Por todo lo mencionado, cuando un conductor da el salto a su primer coche, se encuentra con un inconveniente que, seguramente, no se imaginaba: los neumáticos duran menos que los de los coches de combustión.
Según un estudio elaborado por J.D. Power, su vida útil es hasta un 25% inferior. En los coches de baterías el reemplazo se realiza a los 28.955 kilómetros o 551 días de uso medio. Los híbridos, algo más ligeros por la menor presencia de elementos eléctricos, lo alargan hasta los 39.672 kilómetros y 585 días. Es, de hecho, el mejor registro, puesto que en los gasolina y diésel la media es de 39.179 kilómetros y 670 días.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.