El gigante tecnológico surcoreano Samsung SDI y la empresa de automoción y energía de Elon Musk, Tesla Inc., han sellado lo que se perfila como un acuerdo histórico. Según el artículo publicado hace unas horas por el diario The Korea Economic Daily, la operación, valorada en más de 1.829 millones de euros (unos tres billones de wones), contempla el suministro masivo de baterías destinadas a una de las divisiones más lucrativas de la compañía estadounidense: Tesla Energy.
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Esta unidad es la responsable de fabricar, comercializar y mantener los fructíferos sistemas de almacenamiento de energía (ESS) como las Powerwall o las industriales Megapack. Aunque el foco principal de Tesla sigue siendo el vehículo eléctrico, el acuerdo con Samsung no está dirigido a sus coches, sino a sus baterías para almacenamiento energético, lo que evidencia la importancia estratégica y el éxito de la división Tesla Energy.
Ambas compañías ya tienen experiencia haciendo negocios, tras la firma de un gigantesco contrato anterior para asegurar el suministro de chips. Ahora, repiten la jugada por una cantidad menor, pero igualmente astronómica, para asegurar componentes cruciales durante los próximos tres años.

Temor en China
La firma de este contrato se produce en un contexto de mercado muy sensible, marcado por la tensión geopolítica y los posibles aranceles que la Administración estadounidense podría imponer a los productos chinos. Históricamente, Tesla ha dependido en gran medida de los principales productores de baterías del mundo, como las chinas CATL y BYD; esta última le ha suministrado sus Blade Battery para algunos modelos de la firma de Elon Musk.
Ambas han sido proveedoras fundamentales, pero el movimiento hacia Samsung SDI y, previamente, hacia LG Energy Solution (con la que Tesla cerró un contrato similar de 3.746 millones de euros), subraya la intención de Musk de diversificar y localizar su cadena de suministro.

Cambio de rumbo
Esta estrategia de diversificación pone directamente a BYD y CATL en la lista de los “damnificados” de este cambio de rumbo. Si bien BYD suministra baterías para los coches de la marca estadounidense, la búsqueda de la independencia del suministro chino es una señal clara que puede acabar afectando, según diversos analistas, a toda la relación comercial.
El acuerdo con Samsung SDI no solo asegura un suministro robusto y potencialmente más cercano (dada la inversión de las empresas coreanas en plantas de baterías en Estados Unidos), sino que también establece un precedente significativo para futuras negociaciones de baterías, sean estas para sistemas de almacenamiento de energía (ESS) o para vehículos.

De China a Corea
La relevancia de este movimiento se refuerza con las inversiones surcoreanas en suelo estadounidense. Tanto Samsung SDI como LG Energy Solution están construyendo o planeando sus primeras plantas de baterías de litio-ferrofosfato (LFP) en el país, lo que facilita a Tesla cumplir con las exigencias de contenido local.
Aunque Tesla, al ser consultada, declinó hacer comentarios, la respuesta de Samsung sobre que el acuerdo “aún no se había cerrado” es una formalidad común previa al anuncio oficial, según los especialistas en este tipo de acuerdos, confirmando la inminencia de la histórica colaboración.
El multimillonario contrato con Samsung representa un giro estratégico que trasciende el almacenamiento de energía: es un paso firme hacia la reconfiguración del mapa de proveedores de Tesla, un mapa donde las empresas surcoreanas ganan terreno frente a los gigantes chinos, y donde la dependencia de BYD en el segmento de vehículos podría verse seriamente cuestionada a largo plazo.
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