Todo empezó en 1937 con 100.000 libras y un Chevrolet de 1933. Con estas dos “herramientas”, Kiichiro Toyoda —hijo del empresario e inventor Sakichi Toyoda (1867-1930) y auténtico germen de la compañía Toyota— inició el despegue de la que se convertiría en la primera firma mundial en la fabricación de coches hasta el tsunami que dañó algunas de sus plantas en 2011 en Asia. Actualmente, la firma lucha con General Motors por la hegemonía mundial. En el primer trimestre de 2012, la victoria parece inclinarse del lado japonés.
Como su padre, Kiichiro también quería inventar cosas útiles. Su lema era “making things”, por lo que, además de la automoción, se adentró en la fabricación de aviones, helicópteros y cohetes. En aquellos años, los japoneses consideraban una imprudencia intentar competir con Occidente en la industria automovilística, pero Kiichiro no compartía esta manera de ver las cosas, así que desmontó un Chevrolet, lo estudió y decidió que podía hacer lo mismo. Se las ingenió para producir acero –Japón carece de materias primas- y construyó así el primer prototipo: el A1, que terminó denominándose AA Sedán.
Además, cambió el nombre a la empresa original Toyoda Motor por Toyota Motor Co, ya que, en su opinión, sonaba mejor y era más claro a la hora de pronunciarse. Nació así este gigante asiático de fabricación de vehículos, que se rige por una serie de conceptos difíciles de traducir a la cultura occidental. Por ejemplo, lo que ellos llaman el Jidoka o “automatización con un toque humano” o el Kaizen, “mejora de un sistema, proceso o equipo, para añadirle valor y reducir residuos».
La historia de esta compañía está llena de anécdotas y situaciones adversas que siempre fueron aprovechadas por sus gestores. En la década de los cincuenta, por ejemplo, con el estallido de la guerra de Corea, a los norteamericanos les resultaba muy costoso trasladar jeeps hasta Asia. Toyota se ofreció a fabricarlos. En solo cinco meses, crearon el Toyota BP Jeep, que dio lugar a su modelo más legendario años más tarde, el Toyota Land Cruiser.
En esta misma década, la empresa pasó unos años de ahogamiento económico que estuvieron a punto de hacerla desaparecer. Su entonces presidente, Shotaro Kamiya, ordenó a tres empleados que investigasen el mercado americano para aumentar las ventas. Se quedaron y abrieron el primer concesionario en América.
Los años de posguerra y el descenso de las ventas llevaron al propio Kiichiro Toyoda a presentar su dimisión para dar ejemplo a sus trabajadores. Le sucedió Taiichi Ohno, que puso en marcha el «Pull system», un sistema de producción inspirado en los supermercados americanos: los productos se van reponiendo a medida que se agotan, de tal manera que no hay stock y, por lo tanto, gastos de mantenimiento de las flotas sin vender.
En 1972, Toyota había vendido 10 millones de vehículos; en 1985, 50 millones; en la actualidad, 200 millones, de los cuales 4 millones son híbridos. Comercializa sus coches en 170 países, tiene 66 centros de producción en 29 naciones y unos 400.000 empleados.
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