Hubo un tiempo en que los motores diésel eran los más aconsejables para amortizar muchos kilómetros con un gasto inferior de combustible. Consumen menos que los de gasolina y, hasta el momento, el gasóleo sigue siendo más barato. Por esa razón muchos automovilistas se decidieron en su día por comprar una mecánica de este tipo y ahora su inversión se ha visto comprometida con la demonización de este combustible y por las subidas fiscales.
Muchos conductores no podrán cambiar por ahora de automóvil y pasarse a la gasolina o a un coche diésel moderno, con unos niveles de emisiones muy inferiores. Y mucho menos a un vehículo electrificado, sensiblemente más caros.
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Pero con los siguientes consejos se puede alargar la vida del motor diésel hasta que llegue ese momento y, de paso, reducir el consumo y hacer que contamine menos cuidando el medio ambiente.
- El cuidado del motor comienza a la hora de repostar. Hay que hacerlo siempre con un combustible de calidad y en estaciones de servicio que ofrezcan la mejor garantía de medición y limpieza del producto.
- No se debe esperar a que el depósito de un coche diésel baje de un tercio de capacidad para llenarlo de nuevo. Si se apura sistemáticamente, su contenido puede producir acumulación de impurezas por sedimentación en el fondo e incluso condensación del agua ambiental. Y mientras que la suciedad terminará pasando a través de los órganos del motor, atascándolos y deteriorándolos, el agua es uno de los peores enemigos de los sistemas de inyección de gasóleo En los motores modernos que inyectan el combustible a muy alta presión, puede deteriorar la superficie de los pistones y cilindros.
- Por lo anterior tampoco habrá que dejar el vehículo parado durante largos periodos con el depósito casi vacío, sobre todo en climas húmedos, para evitar que se forme la dañina condensación. Los motores diésel detestan el agua que daña por corrosión su bomba de combustible y los inyectores.
- Y si el cambio de aceite es muy importante en cualquier motor, en los diésel lo es incluso más. El obligado cambio del filtro evitará el paso de cualquier impureza al sistema de alimentación y, además, se aprovechará para purgarlo por una válvula especial para ello, eliminando cualquier acumulación de agua que haya en su interior.
- Otra cuestión a tener en cuenta es utilizar aceites de gran calidad y con las especificaciones recomendadas por el fabricante del vehículo. Los modernos diésel así lo requieren por su elevado rendimiento. Y si se utilizan aceites de baja calidad, que contienen grandes cantidades de azufre, se puede dañar el filtro de partículas del escape, una pieza cara de reponer.
- Hay que calentar bien el motor antes de exigirle su máximo rendimiento. Un motor diésel es muy sensible a la falta de engrase en frío y además a baja temperatura no quema bien el combustible, produciendo carbonillas y residuos que se acumulan en su interior. Lo ideal es rodar con suavidad los primeros ocho o diez kilómetros, evitando acelerones o elevados regímenes hasta que la aguja de la temperatura del agua llegue a su marca normal de funcionamiento.
- Los modernos motores diésel van alimentados por un turbo para mejorar su rendimiento. Es un mecanismo que gira a mucha velocidad (más de 150.000 rpm) y que también acusa los cambios de temperatura. Por eso, después de una fuerte exigencia, como un viaje a velocidad constante por autopista, no es conveniente parar de golpe el motor. El turbo se lubrica y refrigera por circuito de aceite y, si se interrumpe bruscamente su paso, el aumento de temperatura instantáneo puede dañar el mecanismo o quemarse el aceite que quede en su interior, creando residuos sólidos nocivos para su funcionamiento. Es aconsejable dejar el motor funcionando al ralentí de uno a tres minutos antes de apagar el contacto y preservaremos así una pieza clave del motor y muy cara de reparar.
- También al conducir podemos cuidar el motor y hacer que consuma menos. Los diésel no funcionan a tantas revoluciones como los motores de gasolina pero ofrecen mejores respuestas a bajo y medio régimen. Y está característica se puede aprovechar para mejorar la fiabilidad y el consumo. Cuando se conduce un coche diésel hay que evitar estirar en exceso las marchas y mejor mantenerse en un régimen medio, que permite circular en relaciones largas y a pocas vueltas. El consumo baja significativamente y la mecánica gira más desahogada.
- Pero tampoco estará de más, sobre todo cuando se ha rodado mucho por ciudad, recorrer de vez en cuando una decena de kilómetros por carretera a buen régimen, por ejemplo en quinta marcha en lugar de sexta para elevar las revoluciones en torno a las 3.000, con el objeto de mantener limpios los conductos del motor y el escape.
- También podremos recurrir periódicamente a utilizar un aditivo especial para limpiar sistemas de alimentación diésel, mejorar la combustión y reducir emisiones. Se añaden al gasóleo y actúan mientras funciona el motor, por ejemplo en un viaje largo, con el motor bien refrigerado y a régimen constante.
- Y otra operación para mantener el motor de un coche diésel en buena forma es un proceso de descarbonización. Los talleres especializados lo realizan por unos 100 euros y consiste en inyectar en el motor una mezcla de oxígeno e hidrógeno que provoca un fuerte aumento de la temperatura los gases de combustión. Sin afectar a las partes mecánicas del motor, elimina los depósitos de carbonilla y demás residuos que se hayan acumulado en su interior, liberándolos por el escape. Esta limpieza interior dará nueva vida a la mecánica y sus beneficios más inmediatos serán una disminución del consumo y las emisiones.
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