Para viajar cómodos en un automóvil, cuando el mercurio se dispara, es indispensable contar con una buena climatización. El calor excesivo dentro del habitáculo puede generar problemas tanto al conductor como a los pasajeros. Conectar el aire acondicionado protegerá de la fatiga, que acaba derivando en una mala toma de decisiones al volante, lo que aumenta el riesgo de sufrir accidentes.
Por eso, mantener el habitáculo entre 22 y 24 °C durante los desplazamientos se hace fundamental al llegar el verano.
Más información
Aire acondicionado y el gasto de gasolina
La climatización de un automóvil no deja de ser una máquina de frío que está compuesta por compresor, un condensador, una válvula de expansión y un evaporador. Explicado de forma sencilla: cambia el estado del gas del depósito a líquido y de líquido a gas. Repitiendo continuamente este proceso en el circuito de refrigeración (mientras el aire está conectado) consigue enfriar el habitáculo.
El compresor se encuentra interconectado con el giro del motor mediante una correa y para cumplir su cometido necesita de la mecánica del automóvil, y de ahí el aumento de combustible. La realidad es que dependiendo del trabajo que se le exija (menor temperatura dentro del habitáculo) mayor será el consumo de energía.
Aunque las cifras muestran una horquilla de un aumento del consumo de entre el 5 y el 20%, no suele llegar a más de un litro y medio de incremento cada 100 kilómetros. En los climatizadores modernos, el compresor se apaga cuando alcanza la temperatura asignada desacoplándose del motor, por lo que el consumo se ve reducido.
Además, el tiempo es otro factor a tener en cuenta, ya que si la temperatura al montar en el coche es de 38 grados y se quiere llegar a 20 dentro del habitáculo, se necesitará más tiempo con el compresor trabajando que si el termómetro se sitúa en los 24 grados.
¿Cómo limpiar el filtro del aire acondicionado?
Si el sistema de climatización del automóvil no enfría correctamente, uno de los posibles culpables es el filtro del aire acondicionado, también llamado filtro de polen. Como cualquier otro filtro del vehículo, debe conservarse en un estado óptimo para que realice adecuadamente su función.
Dependiendo del fabricante, se debe de sustituir cada 20.000 kilómetros, aunque en algunos modelos puede llegar hasta los 30.000 kilómetros de vida útil. Aunque hay otra fórmula sencilla: un año se limpia y al siguiente se sustituye. Estas operaciones se pueden hacer en casa con un poco de maña y paciencia, pero como siempre, si no se está seguro lo mejor es acudir al taller.
Para limpiar o cambiar el filtro, lo primero es acceder a él. Suele estar ubicado en la parte baja del salpicadero, detrás de la consola central o de la guantera del coche. Tras localizarlo se extrae de la ubicación con facilidad. Con el filtro fuera, si se necesita reemplazar, se sustituye por el nuevo.
Si se va a limpiar, lo mejor es hacerlo con una pistola de aire a presión. También vale un espray de aire comprimido, o en su defecto una brocha y paciencia. Hay que limpiar entre los pliegues de la estructura hasta que no salga más polvo y suciedad. Tras la limpieza se vuelve a colocar en su lugar.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram