Por la razón que sea, aún sin descifrar por la ciencia, el cerebro nace predispuesto a dejarse engañar, y de ahí el éxito de experimentos como el de las líneas verdes o el de los dientes de dragón. Trampantojos en la carretera contra la siniestralidad vial.
No es fácil cuantificar lo que no existe, pero, en los últimos cinco años, en Palencia han dejado de morir unas cuantas personas gracias a varios botes de pintura extendidos en el asfalto. Y a los radares: el cerebro nace también preparado para la supervivencia y el miedo.
Las rayas verdes cumplen un lustro en las carreteras CL-615 y CL-613. Dos vías convencionales anchas y de largas rectas, con poco tráfico y más drama del común. Así era hasta hace cinco años. Los excesos de velocidad cometidos allí, según los registros de la Dirección General de Tráfico (DGT), estaban, por su frecuencia e intensidad, entre los más altos de España.
También los índices de siniestralidad mortal eran más elevados de lo habitual. Desde octubre de 2012 hasta octubre de 2017, en ambos trayectos (de Palencia a Guardo y de Palencia a Sahagún, respectivamente) se produjeron 866 accidentes, con un balance de 12 personas fallecidas y 185 heridos.
La respuesta fue la amenaza y el engaño. La DGT se comprometió a intensificar la vigilancia en esas zonas; la Junta de Castilla y León levantó señales que advertían de los controles de velocidad y, sobre todo, pintó dos rayas verdes en paralelo a las líneas blancas de la carretera, en su borde interior.
Líneas verdes y radares
Largos y gruesos trazos que suman unos 60 kilómetros en varios tramos de la CL-615 y otros 25 en la CL-613. Y que generan en las cabezas de los conductores una sensación de estrechamiento de la calzada que, a su vez, induce a moderar la velocidad de modo inconsciente, por el mecanismo mental que sea.
“Me obligan a jugar. No sé las reglas. Tiro la carta más alta. Todo consiste en prolongar la partida. Siempre se pierde”, escribe el argentino Saúl Yurkievich en un microrrelato de su libro Trampantojos. Sale derrotado el cerebro, pero gana la estadística.
Desde el 23 octubre de 2017 hasta octubre de 2022, la jefatura provincial de Tráfico de Palencia tiene contabilizados 796 accidentes. Son casi los mismos que en el lustro anterior, pero mucho menos graves: se han registrado tres muertes y 95 heridos.
“La línea verde advierte, informa y genera una sensación de estrechamiento de la vía, pero también recuerda al conductor que está en una carretera peligrosa y vigilada [con radares de tramo]”, explica el máximo responsable de Tráfico en Palencia, Fernando Alonso.
Multas por exceso de velocidad
Detrás del éxito, se asoma el miedo a la multa. “Creo que muchos conductores sufrimos delirios de inmortalidad, posible razón por la que las sanciones nos preocupan mucho más que las defunciones”, asume Alonso. “No es de extrañar que los radares consigan que respetemos los límites de velocidad”, añade.
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Durante estos últimos cinco años, en las dos carreteras palentinas se han formulado 4.724 denuncias por excesos de velocidad. “Este sistema de vigilancia, con los radares de tramo y las marcas viales verdes, ha salvado vidas y va a seguir salvándolas”, se felicita Alonso, que se fija como objetivo.
A pesar del éxito, la pintura verde no van a salir de Palencia. “Es verdad que la prueba ha tenido muy buenos resultados, pero, de momento, no se ha decidido hacerla en ningún otro sitio”, asegura una portavoz de la DGT.
Dientes de dragón en Burgos y Pontevedra
La ciencia intenta entender las ilusiones ópticas desde hace años: dibujos fijos que parecen moverse, líneas de la misma longitud que se perciben diferentes o rayas que encierran a los automovilistas resultan todavía un misterio. Aunque no se conoce el mecanismo neurocientífico que las hacen posibles, las trampas visuales existen.
Se ven, por ejemplo, en la travesía de la N-122 en Nava de Roa (Burgos). Allí se pintaron hace poco más de un año dos nuevas marcas viales entre los kilómetros 293,7 y 294,4 de la vía.
Por un lado, al principio de la travesía, los conductores ven lo que el Ministerio de Transportes denomina “dientes de dragón”: unos picos como de sierra que encierran al conductor en su carril, estrechan simbólicamente la calzada y lo invitan a levantar el pie del acelerador.
A no mucha distancia, antes de un paso de cebra, unas “líneas de borde quebradas” zigzaguean en ángulo –junto al arcén– con el mismo propósito: anunciar al conductor que se aproxima a una zona donde debe reducir la velocidad.
La apuesta del Ministerio de Transportes
Los datos respaldan este proyecto de la Dirección General de Carreteras. Desde septiembre de 2021 hasta la actualidad “no se tiene constancia de ningún accidente en la travesía”, responde el Ministerio de Transportes. Antes, entre 2004 y 2021, “había habido en esa zona 12 accidentes con un total de 2 heridos graves y 6 heridos leves”.
El periodo transcurrido es de apenas un año, advierte Transportes, “lo que aconseja ser cautos en la extracción de conclusiones, pero la experiencia ha resultado positiva”.
Por esa razón, las marcas viales se han pintado también en la N-640, en tramos de Caldas de Reis, Cuntis, y Castro Loureiro (Pontevedra). “Se están disponiendo este tipo de marcas en otras ubicaciones con la pretensión de seguir evaluando el comportamiento y adaptación del tráfico a ellas”, concluyen fuentes del ministerio.
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Periodista especializado en seguridad vial. Editor y redactor de El Motor desde 2016. Empezó a escribir de fútbol en 1998 en Diario 16 y ha trabajado en varios proyectos de Prisa Media desde 2000. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, es autor de ‘Aquí no se rinde ni Dios’ (2020).