Cualquier conductor que tenga un poco de cuidado puede conseguir que su coche gaste menos y, en consecuencia, también rebaje sus emisiones contaminantes. Hay varias técnicas de conducción eficiente (y otros trucos relacionados, empezando por cuidar el coche) que funcionan bien y son fáciles de llevar a cabo. Y valen para todos los modelos, ya sean de gasolina, diésel, híbridos…
Los resultados se pueden comprobar fácilmente echando cuentas o poniendo el ordenador de a a bordo a cero. El ahorro puede ser superior a un litro de combustible cada 100 kilómetros.
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Mantenimiento
Una operación básica, de cambio de aceite y filtros, ayuda al motor a funcionar mejor y pone la primera piedra de la reducción del consumo, porque las fricciones internas disminuyen. Y además se aprecia al volante, porque el coche irá, en general, más fino que antes. El ahorro oscila entre 0,1 y 0,4 litros cada 100 kilómetros.
Neumáticos
Incrementar ligeramente la presión de los neumáticos, una o dos décimas por encima del valor recomendado por el fabricante (tampoco más), permitirá también reducir el gasto, gracias a que se consigue una menor resistencia a la rodadura.
La presión conviene ajustarla con las ruedas frías, es decir, ir a una gasolinera lo antes posible al salir de casa. Si al final se hace con las cubiertas calientes, subir otras dos décimas más. El potencial de mejora ronda los 0,2 litros.
Aprovechar la inercia
Cuanto menos se acelere, menos se consume. Dejar que el coche se desplace por su propia inercia, sin presionar el pedal, es una de las soluciones maestras para recortar el gasto: puede llegar a suponer hasta medio litro menos.
En ciudad, conviene dejar de acelerar antes de llegar a los semáforos, y alcanzarlos llegando con el coche a vela, como si planeara sobre el asfalto. Y en carretera y autopista, tratar de aprovechar cada bajada para levantar el pie del acelerador (pero sin poner punto muerto, con una marcha engranada).
Velocidad
La velocidad de desplazamiento es uno de los grandes enemigos del consumo, y basta reducirla ligeramente para empezar a notar los beneficios. En el uso diario, circulando entre el tráfico, resulta complicado sacar partido a esta solución, pero en los viajes por autopista sí que es factible. Bajar de 120 km/h a 110, por ejemplo, puede disminuir el gasto (según modelos) en torno a 0,3 litros cada 100 kilómetros.
Evitar el control de velocidad
Activar el control de velocidad mejora la comodidad de conducción, pero no resulta apropiado si lo que se busca en consumir lo menos posible. Entre otras cosas, porque en las bajadas los sistemas tienden a ir frenando y acelerando para regular la velocidad, en lugar de dejar que el coche ruede libre, aprovechando la inercia. Y en las subidas suelen acelerar también más de lo necesario.
Apaga el motor en paradas largas
Si vas a estar un tiempo detenido, aunque solo sean un par de minutos, apaga el motor, pues si no estará gastando combustible de manera inútil. Por el momento, dejar el coche encendido durante estas paradas no tiene sanción económica, pero sí perjudica a tu bolsillo.
Aire acondicionado
En la mayoría de coches modernos, el compresor del aire acondicionado está desacoplado del motor, y su conexión apenas tiene incidencia en el gasto de combustible. Pero todo suma y, si la temperatura lo permite, apagarlo ayudará a reforzar el ahorro.
En vehículos más antiguos, si suele haber conexión física con el motor, y no utilizar el aire puede llegar a recortar el consumo hasta 0,5 litros cada 100 kilómetros.
Maletero y peso
El maletero del coche no es un trastero. Pero muchos conductores llevan bultos perpetuos en la zona de carga que no hacen sino elevar el peso total del vehículo. Transportar 100 kilos extra, por ejemplo, sube el gasto del orden de 0,3 litros.
Eliminar esos objetos innecesarios, y hacer también un equipaje de vacaciones razonable, sin pretender llevar media casa a cuestas, puede ahorrar 50 kilos y otra décima de consumo.
La aerodinámica del vehículo
Todo lo que sea romper la aerodinámica del vehículo e interrumpir el flujo del aire, va a hacer que este necesite más energía para moverse. Por eso, a altas velocidades no es recomendable circular con las ventanillas abiertas. Ocurre lo mismo con las bacas y los cofres de techo sean prácticos para llevar más equipaje, afectan de manera negativa a la aerodinámica del vehículo y aumentarán el consumo. Por eso, si no es para un viaje en el que sean imprescindibles, conviene desmontarlos.
Combustibles ‘premium’
Estos carburantes ayudan también a maximizar la eficiencia de toda la mecánica. Pero salen más caros y sus ventajas no suelen apreciarse en el primer uso, sino tras una utilización prolongada.
Pero en un viaje de largo recorrido, como los de verano, por ejemplo, sí que pueden apreciarse sus beneficios, que pueden llegar a ofrecer de 20 a 40 kilómetros extra por depósito.
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