Dime qué edad tienes y te diré cómo conduces

Al igual que en otros muchos aspectos de la vida, el envejecimiento es directamente proporcional a la pérdida de facultades para conducir.

Conducir
El aumento de la edad disminuye las habilidades para realizar una conducción segura | Getty Images

Los estudios realizados sobre la pérdida de facultades por culpa de la edad no dejan lugar a dudas. A partir de los 45 años, las funciones cognitivas del cerebro empiezan a deteriorarse. En una de las investigaciones publicada por el British Medical Journal, analizaron a 5.198 hombres y 2.192 mujeres (de entre 45 y 70 años) durante toda una década.

Se les evaluó tres veces durante esos diez años: la memoria, el vocabulario y las habilidades de comprensión auditiva y visual. El resultado demostró que todas las puntuaciones cognitivas descendieron. Por ejemplo, el razonamiento mental tuvo una contracción tanto en los hombres como en las mujeres desde los 45 años. El razonamiento mental es uno de los pilares importantes para efectuar una conducción segura.

Actualmente, en España, el 16,5% de los conductores son mayores de 64 años. Un colectivo al que la Dirección General de Tráfico (DGT) coloca entre los más vulnerables. De hecho, suponen el 26% de los fallecidos en accidentes de tráfico. Se pierden reflejos y la capacidad de reacción es menor ante un imprevisto. Aunque hay un punto a su favor, con la edad se gana en experiencia al volante y eso ayuda a evitar situaciones peligrosas.

Cuestión de edad

Es a partir de los 45 años cuando se inician los signos del envejecimiento. Con la llegada de los 70 años se acentúan enormemente. Así, los conductores septuagenarios están considerados como de “alto riesgo” en el área de la seguridad vial, ya sea como conductores e incluso como peatones.

Existe otro problema asociado al incremento de siniestralidad a partir de ciertas edades y son los periodos de recuperación de las lesiones producidas. Por ejemplo, con 20 años una rotura del cúbito (en el antebrazo), tiene un tiempo de recuperación de tres a cuatro semanas. 

Por el contrario, con 65 años el tiempo que tarda en soldar el hueso es mucho mayor y la recuperación total se puede ir al doble de semanas. Esto también implica un aumento de los gastos médicos y de tiempos de ingreso en los hospitales.

Disminución de reflejos

Los reflejos son uno de los ejes al volante. Así, se ha demostrado que se pueden tomar unas 15 decisiones por cada kilómetro. Cada una de ellas en una fracción de segundo, por lo que el razonamiento mental que antes se mencionaba es fundamental.

Esas 15 decisiones por kilómetro, no disminuyen con la edad. Conducir es una sucesión de decisiones y es así cada vez que alguien se pone tras el volante. Lo que hay que tener claro es que con el paso del tiempo sí que se alteran factores como la percepción, la decisión y la acción, y esos componentes son irrebatibles a la hora de realizar una conducción segura.

Se conduce con los ojos

El ojo es uno de los órganos sensoriales más importantes, de hecho, ningún otro órgano es tan complejo. Es capaz de absorber y procesar instantáneamente más de 10 millones de datos por segundo. Sus diferentes partes trabajan conjuntamente para visualizar el mundo.

Los ojos captan más del 80% de la información que se necesita para ponerse al volante, pero la visión también disminuye exponencialmente con la edad. Según los expertos, a partir de los 45 años se hace perceptible ese deterioro. Así, un conductor de 45 años necesita cuatro veces más de luz para observar nítidamente el mismo objeto que uno de 20 años. En el caso de uno de 60 años necesita 10 veces más de luz.

Distinguir los colores

También la capacidad para distinguir los colores disminuye de manera acelerada con la edad. Uno de los colores que más difícil se hace de distinguir es el rojo, con todas las consecuencias que este color supone para la circulación.

En algunos estudios con conductores de avanzada edad se ha demostrado que necesitan del doble de tiempo para reconocer la luz roja de un semáforo encendida o las luces de freno accionadas. Esto genera un tiempo de respuesta superior a la hora de pisar el freno, incrementando el riesgo de accidente. 

Luz, estrés y musculatura

La incidencia de la luz sobre los objetos también varía con la edad. Por ello se necesita una mayor cantidad lumínica y de tiempo para que el ojo se adapte a las condiciones de la carretera. Así, los ojos de un joven de 20 años son un 57% más rápidos —para adaptarse a las condiciones lumínicas— que los de una persona de 60 años.

Para concluir, el estrés de la circulación es uno de los problemas con los que deben lidiar diariamente los conductores. En las personas mayores la resistencia para sobrellevarlo es mucho menor que en los jóvenes. Esto también incrementa el riesgo de accidentes. 

Además, la musculatura débil (habitual en los conductores mayores) no realiza correctamente su función, contracturándose como mecanismo de defensa. Se contraen para intentar aguantar el esfuerzo y proteger las estructuras nerviosas más profundas. 

Esto provoca dolor y limitación en la movilidad, perjudicando enormemente la labor de conducción, lo que los hace más torpes a la hora de girar el volante o para pisar el pedal de freno, lo que incrementa nuevamente las opciones de sufrir un accidente.

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