Favorable, desfavorable y negativo. Estos son los tres posibles resultados que un vehículo puede obtener en la ITV. Para esquivar los dos últimos, hay estaciones dispuestas a recibir un pago extra para hacer la vista gorda y otorgar un apto a aquellos coches que no deberían recibirlo. Este es el punto de partida de la última trama desarrollada en torno a las inspecciones fraudulentas.
Los hechos han tenido lugar en el centro de inspección técnica de vehículos (ITV) de Santomera (Murcia) y en dos empresas de compraventa de vehículos de segunda mano de Crevillent (Alicante): entre las 13 personas que han sido arrestadas hay directores técnicos, ingenieros y técnicos especializados.
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Todos ellos se enfrentan a cargos contra la seguridad vial, contra la Administración pública, falsedad documental, pertenencia a organización criminal o estafa.
En la operación se decomisaron 9.000 euros en efectivo, documentación vinculada a los delitos investigados y una máquina troqueladora de matrículas. Además, se investigaron más de 200 vehículos: algunos de ellos fueron inmovilizados por falta de documentación.
Miles de ITV fraudulentas
En los dos últimos años, la red dio un resultado favorable a las inspecciones de unos 5.000 vehículos. Los conductores llegaban a través de dos vías: por parte de las dos empresas de compraventa de vehículos y a nivel particular.
Los primeros procedían de varias ciudades de España (Valencia, Almería, Granada o Albacete), mientras que los segundos pagaban para superar con éxito la ITV en Santomera. Uno de estos coches fue interceptado y cuando fue trasladado a otra estación diferente, ubicada en Elche (Alicante), reunía 15 fallos graves.
¿Cómo eliminaban los fallos?
Todo este entramado estaba dirigido por el cabecilla de la trama, residente en Crevillent. Él era el intermediario entre los compradores, que adquirían coches con deficiencias graves o sin la documentación, los talleres y la ITV: se encargaba de la documentación e, incluso, de supervisar las inspecciones fraudulentas.
Para ello, en la estación de la ITV, disponía de un dispositivo de diagnóstico OBD. Con él, borraba electrónicamente todos los errores que presentaban los vehículos para que, previo pago de una cantidad extra, pasaran la inspección con éxito y obtuvieran un resultado favorable.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.