Por qué no se debe dejar apoyada la mano sobre la palanca de cambios

Una correcta postura es imprescindible para conducir con seguridad, pero también hay que evitar ciertos malos hábitos al volante.

Por qué no se debe dejar apoyada la mano sobre la palanca de cambios

Antes de arrancar es necesario que el conductor ajuste los reglajes disponibles en su coche para obtener una postura adecuada al volante. La seguridad en marcha depende en buena parte de ello y una posición conveniente evitará el cansancio excesivo al cabo de los kilómetros. 

Entre los consejos básicos de seguridad, el primero de todos es adecuar los diferentes elementos del coche como el asiento, la altura del volante o los espejos retrovisores a la constitución física del propio conductor.

Pero hay más y, una vez en marcha, es muy recomendable evitar ciertas prácticas que se adquieren sin ser conscientes de ello pero que pueden llegar a comprometer la seguridad e incluso podrá terminar por dañar la mecánica. 

Entre los principales fallos que se suelen cometer inconscientemente al conducir destacan la mala costumbre de mantener la mano sobre la palanca de cambios y también conservar presionado el pedal de embrague sin necesidad. Dos hábitos que los automovilistas adquieren sin darse cuenta y que es conveniente corregir. 

Posición de manos a las diez y diez

En el primer caso, la razón principal para enmendarlo es que el manejo correcto del volante exige mantener las dos manos sobre la parte superior de su arco, concretamente en la misma posición horaria de las diez y diez, para controlar adecuadamente la dirección y poder reaccionar con garantías ante cualquier imprevisto en la carretera.  

Pero, además, en los coches con cambio manual, la palanca está unida al mecanismo de engranajes mediante un sistema de reenvíos mecánicos que actúan sobre el selector, encargado de accionar el piñón correspondiente a la marcha elegida.

Al apoyar la mano derecha sobre la palanca, se transmite una presión continuada sobre el conjunto del mecanismo, lo que acelera su desgaste, creando holguras que afectan a la precisión de funcionamiento y que pueden incluso provocar a la larga una avería.  

Hay que evitar mantener presionado el embrague de forma innecesaria.

Desgaste innecesario

Por otro lado, mantener el pie sobre el pedal de embrague sin necesidad tampoco es una práctica aconsejable. Y la justificación es que acelera considerablemente el desgaste de este importante componente y eleva innecesariamente la temperatura del motor.

Por ejemplo, cuando el coche permanezca detenido en un semáforo, es mejor engranar el punto muerto del cambio y soltar el embrague. Mantenerlo pisado hasta el momento de arrancar somete al sistema a un esfuerzo extra que acorta su vida considerablemente. 

Y por ejemplo, cuando se maniobre al aparcar, circule por un garaje o se suba una rampa, es mejor hacerlo actuando solo sobre el acelerador y no provocando que el embrague patine, lo cual es una costumbre poco recomendable y que también desgastará innecesariamente este importante mecanismo.  

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