Aparcar es una maniobra que los conductores repiten con frecuencia. Hacerlo bien a la primera es, para muchos, un arte y para otros tantos, una asignatura pendiente. Lo mismo ocurre cuando se trata de recuperar el coche y alguien ha estacionado demasiado cerca. Sí, existe un truco para sobrevivir a esta situación.
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A la hora de aparcar hay situaciones que un conductor puede vivir… o sufrir. Encontrar un hueco demasiado pequeño o estrecho, en batería, del que no sabe si saldrá sin consecuencias para la carrocería del vehículo es una de ellas.
Otra se produce cuando otro vehículo no ha entendido para qué sirven las líneas que delimitan los huecos del aparcamiento. También cuando los espacios no están señalados y apura tanto el espacio que abrir la puerta o salir sin sufrir daños se antoja complicado.
En los modelos más modernos la tecnología facilita estas maniobras: cámaras de 360 grados, sensores, asistentes… Pero hay coches que no están tan equipados o que, sencillamente, son más antiguos y carecen de estas ayudas. En este caso, el truco del hombro puede ser de gran ayuda.
Sirve para tener una referencia más a la hora de sacar el coche cuando, por el motivo que sea, el espacio es estrecho. Eso sí, únicamente sirve cuando el vehículo está aparcado en batería, mirando hacia la calzada y cuando el de al lado ha estacionado a la misma altura.
El truco del hombro consiste en lo siguiente: hay que arrancar el coche, avanzar en línea recta y girar el volante cuando el hombro del conductor está alineado con el morro del vehículo que está aparcado al lado.
El movimiento del volante se debe hacer con cuidado y, obviamente, acelerando suavemente en la dirección a la que el conductor se quiere dirigir. Cumpliendo correctamente todos estos pasos, el truco del hombro promete una salida con una única maniobra.
Garantiza, además, que el coche no sufrirá daños, ya que reduce la probabilidad de rozar las columnas, las esquinas o los vehículos que están demasiado cerca. Y lo hace maximizando el espacio para salir del aparcamiento.
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Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.