De todas las piezas que componen un vehículo y que pueden fallar, hay una que genera muchos problemas de seguridad para los ocupantes: los frenos. El sistema de frenada de un coche permite reducir la velocidad y detenerlo cuando es necesario. De esta manera se pueden sortear los diferentes obstáculos que se suceden durante la conducción o adecuar la velocidad a la vía por la que se circula.
Al ser un elemento de los más importantes que se encargan de la seguridad activa, hay que realizar un mantenimiento periódico y conocer los posibles síntomas que lleven a un mal funcionamiento, adelantándose antes de que pueda significar un peligro para la conducción.
Tipos de frenos
En la actualidad todos los frenos delanteros que se instalan en los coches son de disco, en comparación con el estándar de unos años atrás que eran de tambor. Los frenos de disco disponen de un elemento con esa forma discoidal sobre el que se cierra una pinza con dos pastillas que al, presionar el disco, s crea una fricción para reducir la marcha.
Por su parte, los frenos de tambor, que a día de hoy se utilizan en el eje trasero de algunos automóviles, funcionan al presionar dos zapatas internas, que van ubicadas dentro de una campana o tambor. Con la presión se expanden y se activa el freno que ejerce presión en la estructura fija haciendo que la velocidad disminuya.
Aunque no lo parezca, los frenos de tambor disponen de una buena potencia de frenado cuando las condiciones son óptimas, pero presentan un problema: ventilan peor. Esto provoca que se sobrecalienten (perdiendo pronto eficacia), se degraden antes y su vida útil sea mucho más corta, por lo que su uso fue decayendo en la industria de la automoción en favor de los de disco.
Usar correctamente los frenos
Para evitar llevar el sistema de frenos hasta el límite y que deje de hacer correctamente su trabajo, hay que tener en cuenta una serie de medidas. En realidad, pisar el pedal del freno no requiere ninguna habilidad especial, pero muchos conductores no realizan adecuadamente la acción, por lo que la seguridad se puede ver comprometida.
El consejo más importante es el de usar el pedal de freno de forma gradual, sin brusquedades. Se debe ir incrementando la intensidad que se aplica a medida que el vehículo va perdiendo inercia.
Para hacerlo correctamente hay que anticipar la frenada. Además, el freno motor, al reducir marchas, ayuda en la operación de frenado. De hecho, en muchas ocasiones no hará falta ni recurrir al pedal de freno para desacelerar el vehículo.
Otro consejo relevante es frenar en línea recta para que los dos ejes soporten (más o menos) las mismas fuerzas y evitar perder adherencia con el asfalto. Cuando la adherencia alcanza su límite, los neumáticos patinan y el vehículo se vuelve incontrolable.
Al rebasar ese límite, es cuando entra en funcionamiento el ABS. Si el vehículo no dispone de este sistema (obligatorio desde hace años), hay que soltar el freno y volver a presionar, así repetidamente hasta la detención.
¿Y si fallan los frenos?
Si por un problema técnico o por el desfallecimiento los frenos dejan de hacer su cometido, lo primero es no perder la calma. Por ejemplo, el desfallecimiento se produce por incidir muchísimo sobre los frenos de manera muy prolongada. Esto sucede, sobre todo, en el momento de descender puertos. Por lo que es fundamental utilizar convenientemente el freno motor.
Un altísimo porcentaje de los fallos producidos en el sistema de frenada viene dado al comenzar a hervir el líquido de frenos por una sobreexplotación prolongada de los mismos. Por eso es crucial usarlos con cabeza y cambiar el líquido cuando lo recomienda el fabricante.
Si al final, los frenos han fallado, sea por la circunstancia que sea (sobrecalentamiento, fallo electrónico o mecánico, perdida del líquido, etc.) conviene seguir estas premisas:
- No perder la calma
- Levantar el pie del acelerador.
- Avisar al resto de conductores activando las luces de emergencia o incluso accionando el claxon
- Tratar de aumentar la presión en el circuito de frenos, en caso de fallo en la bomba, pisando el pedal repetidamente y de forma contundente
- Reducir la velocidad empleando el freno motor. Quitar marchas de forma escalonada.
- Ejercer una ligera, pero continua tensión en el freno de mano, siempre que sea manual.
- Buscar la forma de salirse de la vía evitando impactar con los demás vehículos
- Hacer uso de las zonas de frenado de emergencia, normalmente habilitadas para vehículos pesados en los puertos de montaña.
- Utilizar el quitamiedos apoyando el vehículo lateramente y de forma progresiva para ir frenándolo
Jamás hay que tirar con contundencia del freno de mano, ya que se descontrola el vehículo al bloquear las ruedas traseras; ni apagar el motor, porque se pierde la dirección estando a merced solamente de la inercia.
Anticiparse al problema
Para evitar las situaciones anteriores hay que conocer las señales que envía el vehículo antes de que falle el sistema y poder remediarlo a tiempo. Los más comunes son:
Pedal esponjoso
Se relaciona con algún problema en los latiguillos, el pistón de la pinza o la propia pinza, aire en el sistema hidráulico o que el líquido de frenos sea deficiente o esté mezclado con agua.
Pedal demasiado duro
Si al pisar el pedal opone resistencia, las pastillas no están trabajando correctamente por culpa de la suciedad, grasa, por el líquido de frenos, porque el disco esté dañado o porque el servofreno falle.
Pedal con mucho recorrido
Este caso se suele dar cuando el líquido de frenos está por debajo de su nivel, hay fugas en el circuito, aire en el sistema o las pastillas están desgastadas.
Vibración en el pedal
Suele ser un problema de los discos alabeados o los rodamientos de las ruedas desgastados. Aunque también puede ser que toque cambiar las pastillas o los discos.
Bloqueo en las ruedas
Si una o más ruedas se bloquean, es debido a que una parte del sistema de frenado no funciona adecuadamente, se encuentra agarrotado, obstruido o hinchado.
Chirridos al frenar
Un problema muy habitual por culpa de las pastillas sucias, desgastadas o de baja calidad.
Frena poco en caliente
Este problema se le achaca al fading, que es el exceso de trabajo del sistema de frenado, lo que provoca su agotamiento. A más temperatura, menos eficacia a la hora de frenar. Por eso se recomienda utilizar el freno de motor.
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