El persistente descenso de las temperaturas que están afectando a España en estos días de Semana Santa, acompañado de precipitaciones, nieve y vientos fuertes, se está dejando sentir sobremanera en la red de carreteras.
La lluvia, la nieve y el viento son de los fenómenos meteorológicos que más incomodan a la hora de conducir, por lo que hay que tener especial cuidado al ponerse tras el volante. El riesgo de accidente se incrementa exponencialmente. Por ejemplo, transitar con lluvia aumenta la posibilidad de padecer un siniestro hasta en un 70%.
Aunque hay otra variable que también se incrementa con las bajas temperaturas y es la referida a sufrir daños mecánicos. A los vehículos les afecta irremediablemente y algunos elementos del motor pueden sufrir congelación, entre ellos el combustible.
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Punto de congelación de la gasolina
Los motores de combustión que usan gasolina, aguantan mejor las bajas temperaturas que los que se mueven con diésel. Así, el punto de congelación de la gasolina se sitúa en los -107 °C, por lo que el propietario de un vehículo movido por este combustible no debe preocuparse cuando el mercurio desciende.
Aunque sí que existe un problema asociado a las bajadas de las temperaturas. A partir de los -40 °C, la gasolina puede llegar a cristalizar. Esos cristales que se forman en el depósito son retenidos por el filtro de combustible, provocando su obstrucción e imposibilitando el arranque.
¿A qué temperatura se congela el diésel?
Por el contrario, el gasoil cuenta con un punto de congelación más fácil de alcanzar en climas muy fríos o durante temporales meteorológicos como los que se están viviendo en España. Los propietarios de estos vehículos deben estar muy atentos a las heladas, ya que el gasóleo comienza a congelarse a los -10 °C.
El problema de la congelación surge cuando las parafinas que lleva incorporado este combustible comienzan a cristalizarse. De esa manera, el diésel se vuelve más espeso, taponando las mangueras por donde viaja e impidiendo que se inyecte bien en la cámara de combustión. De esta manera el motor no trabaja como debe.
Si el vehículo está parado, no arrancará. Si sucede mientras se circula, al ir descendiendo paulatinamente la temperatura y comenzar a acercarse al punto de congelación, se acrecentará la pérdida de potencia, comenzará a dar tirones y finalmente se parará.
Evitar la congelación del diésel
Si el automóvil estaba detenido y se ha congelado el gasoil, no queda más remedio que esperar a que la temperatura sea más benevolente y se descongele. No hay que insistir en arrancarlo, porque se fuerza la bomba y se puede terminar quemando. Además, la batería se vendría abajo rápidamente.
Aunque existe una forma de bajar el punto de congelación del diésel. Esta se encuentra en las propias gasolineras. Si se va a conducir por zonas de alta montaña o parajes donde las temperaturas son muy bajas, lo apropiado es repostar en las estaciones de servicio de la zona.
Estas gasolineras, conocedoras del problema de las bajas temperaturas a las que se enfrentan, reciben el combustible con un aditivo que aumenta el punto de congelación del gasóleo unos cuantos grados.
Así, este pasa de congelarse de -10 °C a -17 °C, lo que ofrece un margen para seguir circulando. En cualquier caso, y siguiendo los preceptos de la Dirección General de Tráfico (DGT), hay que evitar coger el coche, si no es estrictamente necesario, durante los episodios de frío extremo.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.