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La carga tecnológica de la que hace gala un coche actual es enorme y va desde avanzados sistemas hasta pequeños detalles que juegan un papel clave en determinados aspectos del vehículo. Uno de ellos es el transpondedor de la llave del coche, actor de gran importancia en materia de seguridad.
Un acto tan simple como acceder al coche y arrancarlo ha evolucionado de manera considerable con el paso del tiempo. Originalmente los automóviles se ponían en marcha mediante manivelas y no contaban con una llave específica que asegurase que solo el propietario podía ponerlo en marcha.
Con el paso de las décadas se llegó a ese punto, lo que supuso un plus de seguridad, pero todavía con fallas. Aquellos ladrones que abrían un coche con palanca, podían llevar a cabo un puente o forjar el cajetín de contacto para arrancar el vehículo de manera ilegítima.
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El sistema toma su nombre de ‘transmitir’ y ‘responder’, pues ambas son básicamente sus dos funciones. Está formado por un chip incorporado en la llave del vehículo que contiene un código por radiofrecuencia que coincide con el del automóvil. Una vez se gira la llave, una antena o unidad lectora lee el código y, si coincide, permite que el motor se ponga en marcha y el coche arranque.
Su presencia es clave en términos de seguridad puesto que, si el automóvil no detecta es código, no se pondrá en marcha y así dificultará el robo.
Los tipos de transpondedor
Como suele decirse, “hecha la ley, hecha la trampa” y, aunque en un primer momento los transpondedores básicos fueron suficientes para reducir el número de robos, pronto los ladrones se pusieron al mismo nivel.
Se idearon sistemas que permitían copiar la radiofrecuencia del coche, con lo que se duplicaba la llave y se podían sustraer. Es por eso que, junto a los transpondedores fijos, que siempre tienen el mismo código, se desarrollaron nuevas variantes.
Una de ellas son los transpondedores encriptados, que utilizan el mismo código siempre, pero que lo encriptan cada vez que se activa el sistema para evitar que se pueda copiar.
La otra variante bastante común son los transpondedores tipo ‘rolling code’, que utilizan un código cambiante que va variando en función de un algoritmo. Dado que permiten millones de combinaciones distintas, son más difíciles de duplicar y son los más seguros.
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